domingo, 29 de diciembre de 2024

Como tal

Yo, respecto a mis expectativas adolescentes, ya he tenido una vida muy larga. Bien es verdad que quería ser poeta y no contemplaba, como tal, vivir más allá de los treinta años. Pero he aquí que ahí viene dos mil veinticinco, tranquilo e indiferente, y he visto tantas películas de ciencia ficción que sucedían mucho antes. ¡Blade Runner, una de mis favoritas más allá de géneros, ocurría en 2019! Pero es que Mad Max sucedía en 1994, cuando mi hija cumplió dos años, y Al filo del mañana, esa película relativamente reciente en la cual Tom Cruise muere y resucita una y otra vez combatiendo una especie alienígena, ¡se desarrollaba en 2020, el año de la pandemia del COVID!

Si a mí me diera por escribir una novela de ciencia ficción sabiendo lo que acabo de exponer, la ambientaría como mínimo cinco mil años hacia adelante, o diez mil, o un millón de años hacia adelante.

El futuro es muy raro cuando uno está vivo y puede contemplarlo. Esta mezcla de guerras de trinchera del siglo diecinueve y drones asesinos del futuro; vehículos eléctricos fabricados con minerales raros extraídos por mano esclava infantil; análisis genómico de todas las especies del planeta mientras muchas de ellas se exterminan y se extinguen cada día. Es muy raro.

Yo ya he tenido una vida larga, aunque acaso permanezca despierto en este lado unos años más. La convención cultural y religiosa del cambio de año se aproxima. Desconocemos todo pero una cosa conocemos cada uno de nosotros en nuestro fuero interno: las líneas se crearon para cruzarlas: las fronteras, los ríos, las cordilleras, los océanos, el espacio estelar. Lentamente. De doce en doce uvas si uno está vivo y puede contarlas, tragarlas y brindar después ajeno al absurdo, todo este absurdo bañado por la vía lactea.

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