He ido a comprar al supermercado Carrefour del final de la Avenida de Navarra. Era temprano pero ya estaba lleno de personas como yo aprovisionándose para nochebuena y navidad. El ambiente era casi distópico, como si los langostinos, el ternasco, los turrones y los polvorones fueran a terminarse en poco tiempo. Soy muy sensible a las vibraciones de los lugares y he tenido que irme antes de comprar toda la lista que llevaba preparada. Tanta prisa, tanto afán, tanto espírito navideño cegaba mis fosas nasales e inundaba mi cerebro de cortisol. Lo que queda por adquirir lo obtendré mañana o pasado mañana, y el martes y el miércoles mi familia se reunirá en nuestra casa. Igual que en los últimos años, pensaremos que tal vez sea la última vez en la que estamos todos, pero no lo diremos en voz alta. El alzheimer de mi madre progresa lenta e implacablemente, ajeno a la navidad y los villancicos, como avanza el tiempo sin detenerse un instante, ajeno a la existencia, sin comprendernos.
sábado, 21 de diciembre de 2024
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