Ya hemos recogido todo. Las cosas -la vajilla, los muebles- vuelven a estar en su sitio. He bajado a la calle tres bolsas de basura. La noche buena y el día de navidad de dos mil veinticuatro ya son historia. El bullicio, la comida, las canciones. Después de la fiesta el silencio tiene otra dimensión, más sólida, más significativa. Los estorninos que dibujaban nubes móviles y sinuosas en el cielo del atardecer ya duermen en sus campos secretos. Pienso en nosotros, en mis padres y mis hermanos e hijos que hace un rato estábamos en este mismo salón todos juntos, alegres, un poco achispados, y siento estupefacción y ternura al mismo tiempo. El día termina. Mañana amanecerá. Somos tan pequeños.
miércoles, 25 de diciembre de 2024
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