Maite y Carlos se han ido -la primera a Zaragoza, el segundo a Huesca- y un domingo más me he quedado solo. No me asusta la soledad: me gusta la soledad. De algún modo. Hasta cierto punto. Algo así.
Salgo a la galería a poner una lavadora y me asomo un momento a la calle donde brillan los adornos luminosos de navidad. No odio la navidad: sólo me aburre soberana e indeciblemente; no odio la navidad, lo que sucede es que me produce una melancolía vergonzante, indebida y culpable.
Pero hay en ella algo que a mí, ateo discreto y sin pretensiones, aún me emociona como cuando era un niño: la imagen del hijo de un dios todopoderoso naciendo furtivamente en un establo en lo más crudo del invierno. La reflexión y la poesía que semejante relato expresa nunca dejó de conmoverme. Todavía lo hace.
domingo, 14 de diciembre de 2014
Algo así
jueves, 11 de diciembre de 2014
El señor Spock
Es un hombre pálido y de cabello blanco y escaso que se ayuda de un bastón; viste pantalones de tergal, jersey sobre camisa blanca y abrigo de paño de color gris. Se acerca a mi mesa, le doy los buenos días, le pregunto en qué puedo ayudarle y se presenta formalmente antes de sentarse en una de las dos sillas amarillas: «Soy R. C. y tenía cita previa a las once y veinte».
Viene con dos propósitos, el primero informarse del importe y demás características de la probable pensión de invalidez que el tribunal médico va a valorarle próximamente, y el segundo darse de alta en el nuevo servicio de usuario y contraseña que la Seguridad Social española ha habilitado en su página de internet para que los ciudadanos puedan efectuar todo tipo de trámites desde su casa sin necesidad de acudir a nuestras agencias.
Me informa de que fue diagnosticado de leucemia y ahora se encuentra en pleno proceso de recuperación tras un autotransplante de médula. Le pregunto cómo se hace eso y me explica con todo lujo de detalles técnicos el proceso: la extracción de su propia sangre, el tratamiento y cribado de sus células, su congelación a -160 grados, el duro tratamiento de quimioterapia y la posterior reintroducción de la médula sana con la esperanza de que sustituya a la enferma . Me cuenta que por ahora todo parece ir bien pero no se atreve a adelantar resultados concluyentes o, como él mismo expresa: «Ni siquiera me atrevo a imaginar el oso».
Para darle de alta en la oficina virtual de las administraciones públicas le pido un número de teléfono móvil y su dirección de correo electrónico, que resulta ser spock(...@.......).es. Aparto la mirada de la pantalla y le miro con gesto de curiosidad, gesto al que mi cliente responde sonriendo con los ojos pero no con el resto de su rostro de sesenta años sobre el del ser humano de cincuenta que es en realidad. «Esta noche emiten Stark Trek en Antena3», dice, «es la versión de 2009 de J. J. Abrams con los actores nuevos». «La he visto», le digo, «me gustó mucho. Claro que, como sucedía en la versión original, Spock se come con patatas al capitán Kirk». «Estoy de acuerdo con usted», dice él, y sonríe con todo su rostro por primera vez.
Cuando se levanta para irse y me ofrece la mano pienso en lo afortunado que soy de trabajar en un lugar que me permite conocer fugazmente a tantas personas distintas, únicas e irrepetibles. He de reprimir la tentación del saludo vulcano tras sentir su mano fría en la mía, siempre tan caliente. «Mucha suerte, señor Spock, espero que volvamos a vernos», pronuncio sólo para mí mientras otra persona se levanta de la sala de espera y se acerca a mi mesa.
Anotado por Jesús Miramón a las 19:28 | Diario , Vida laboral
miércoles, 10 de diciembre de 2014
Cuentas
La primera noticia hablaba del cambio climático en nuestro planeta y lo escenificaba con la emisión imaginaria de unas previsiones meteorológicas en televisión datadas el 10 de agosto de 2050. En ellas Mónica López, la actual mujer del tiempo del telediario, predecía temperaturas de 45 grados y aún más elevadas en gran parte del territorio español: un infierno en la tierra.
La segunda noticia informaba del lanzamiento de la nave Orión, la primera diseñada para emprender largos viajes interplanetarios desde la época de la exploración lunar allá por los años 60 y 70 del siglo pasado. Al fin, tras tanto tiempo de pasividad y cobardía, volverá a ser posible dejar atrás la estación espacial e ir más allá, explorar nuestro sistema solar, aterrizar en otros planetas, tal vez en Marte en 2030 si se cumple el calendario de la NASA.
2030, 2050... Hice cuentas. Me sentiría muy feliz, absolutamente conmovido y emocionado, si pudiera asistir a la llegada del ser humano a Marte a mis futuros 67 años de edad, algo que no encuentro imposible del todo, quién sabe. En cuanto a la terrible predicción meteorológica de un futuro sahariano en este rincón de Europa, tendría ya 87, una longevidad que ahora mismo considero muy difícil de alcanzar.
Tengo 51 años y comienzo a sentir que el futuro ya no me pertenece a mí sino a mis hijos y a los posibles hijos de mis hijos, lo cual no me hace menos responsable. Sí, sé que suena ridículo e incluso melodramático, pero en realidad es un sentimiento tan pedestre como cualquier otro. Mi deber, mi único y gran deber, es hacer todo lo que esté en mi mano para ralentizar en lo posible el calentamiento global de nuestro mundo y, al mismo tiempo, defender con uñas y dientes la ciencia y la investigación y el afán explorador que siempre definió a lo mejor de nuestra especie; empujar en la medida de mis fuerzas para que ellos echen a andar mientras nosotros nos desvanecemos.
sábado, 6 de diciembre de 2014
Corre, insensato
Corre, insensato, corre
y no mires atrás.
Pero no, escucha, no,
mejor camina, sí,
mejor camina despacio
así, eso es, sin
llamar la atención.
Y ahora detente y
siéntate en ese banco
junto a la acacia, sí,
justamente ahí, como
quien no quiere la cosa, y
contempla las nubes
en el cielo, los peatones
que van de aquí para allá
inmersos en sus pensamientos.
Los coches. Las palomas.
Mira cómo pasan de largo.
miércoles, 3 de diciembre de 2014
La vida en ello
Muchas semanas sin escribir tras sobrevivir al cabo de Hornos. Semanas pacíficas y silenciosas, expectantes, en un océano vacío.
Hoy quedé a comer en Binéfar con mis amigas y compañeras de la coral más queridas. Mientras conducía de regreso a Barbastro recorriendo los kilómetros que devoré tantas y tantas veces caí en la cuenta de que, como les había sucedido a otros navegantes antes que a mí, finalmente las tormentas del fin del mundo se habían limitado a empujarme con furia al puerto de partida.
Así es como más viejo, más ignorante, más gordo, más escéptico y al mismo tiempo más grotescamente emotivo, pongo de nuevo el pie en el muelle de Las cinco estaciones. Mis botas pisan tierra firme. En lo más profundo de la noche las hojas rojas de las viñas alfombran los pasillos cuidadosamente diseñados para el paso de las vendimiadoras mecánicas y los jabalíes recorren los maizales ya cosechados en busca de las mazorcas supervivientes. Tras el edificio donde vivo el río Vero se precipita hacia el remoto Mediterráneo como si le fuera la vida en ello.
sábado, 6 de abril de 2013
Cabo de Hornos
El viaje continúa en el Cabo de Hornos.
jueves, 27 de diciembre de 2012
martes, 25 de diciembre de 2012
Nochebuena
Dejo a mis padres en el portal del piso donde crecí y después continúo conduciendo a través de una Zaragoza aparentemente despoblada. Me gustan mucho las ciudades a estas horas, sus semáforos iluminando inútil e intermitentemente las avenidas vacías. Sé, por supuesto, que miles y miles de personas duermen en los edificios silenciosos que me rodean aunque, quién sabe, acaso no se han acostado todavía y cantan villancicos que yo no puedo escuchar.
jueves, 20 de diciembre de 2012
Capas de cebolla
En el trabajo un agricultor me dijo que este invierno nevaría mucho porque las cebollas habían crecido con muchas capas y las avispas habían estado muy activas y picajosas en verano.
En el trabajo escuché muchas otras cosas que no quiero repetir porque cada día aparecen, sin nombre ni apellidos, en las noticias de la televisión y la radio.
En el trabajo aquel mismo agricultor añadió que este invierno nevaría mucho porque cuando nieva en la luna nueva de octubre siempre vuelve a nevar durante las siguientes nueve lunas nuevas.
Anotado por Jesús Miramón a las 20:27 | Diario , Vida laboral
lunes, 17 de diciembre de 2012
Sólo una estrella
Ayer mi coro ofreció el tradicional concierto de Navidad de cada año. Normalmente soy yo el encargado de transportar nuestro material y esta vez no fue la excepción. Tras dejar todas las cosas en la iglesia de San Pedro subí de nuevo a mi Picasso para aparcarla bien y al dar la vuelta a la plaza descubrí a mi hijo en el portal de una casa junto a cuatro o cinco adolescentes más. Estaban allí sentados a resguardo de la lluvia, serios, aburridos, resignados como viejos jefes sioux, y antes de dejarles atrás creí atisbar, durante un instante, la verdadera naturaleza de su momento. ¿Puedes imaginar el color y la velocidad de la tarde de un domingo lluvioso de diciembre a los quince años de edad en un pueblo sin cine siquiera? Sólo una brillante estrella en el cielo sería una novedad.