Maite y Carlos se han ido -la primera a Zaragoza, el segundo a Huesca- y un domingo más me he quedado solo. No me asusta la soledad: me gusta la soledad. De algún modo. Hasta cierto punto. Algo así.
Salgo a la galería a poner una lavadora y me asomo un momento a la calle donde brillan los adornos luminosos de navidad. No odio la navidad: sólo me aburre soberana e indeciblemente; no odio la navidad, lo que sucede es que me produce una melancolía vergonzante, indebida y culpable.
Pero hay en ella algo que a mí, ateo discreto y sin pretensiones, aún me emociona como cuando era un niño: la imagen del hijo de un dios todopoderoso naciendo furtivamente en un establo en lo más crudo del invierno. La reflexión y la poesía que semejante relato expresa nunca dejó de conmoverme. Todavía lo hace.
domingo, 14 de diciembre de 2014
Algo así
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2 comentarios:
Algo así como esa soledad que te gusta debieron de sentir esa noche en el establo.
Sí, es posible, pero para su desgracia les duró muy poco: enseguida empezó a llenarse aquello de ángeles, pastores, reyes magos, caganers, etcétera. Un jaleo.
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