Si cuando tenía veinte años, allá por 1983, me hubieran dicho que hoy, a punto de dejar atrás 2014 y entrar en el misterioso 2015, escribiría sentado a una mesa de madera en una habitación sin ojos de buey con vistas a Marte o Júpiter, bebería bourbon en un vaso de vidrio corriente y mi cuerpo entero continuaría siendo totalmente natural, sin piezas de plástico biológico ni mejoras electrónicas implantadas en mi cerebro, no lo hubiera creído.
Debo repetir la cifra: 2015. ¡Leí decenas de cuentos de ciencia ficción cuya acción se desarrollaba hace ya mucho tiempo! ¡Cuentos donde colonizábamos otros planetas! ¡Cuentos donde la humanidad se homogeneizaba a cambio de justicia e igualdad! Cuentos donde los androides soñaban con ovejas eléctricas, cuentos donde los condenados políticos eran enviados al mesozoico en una máquina del tiempo llamada «El martillo», cuentos que hablaban de mundos nuevos, vehículos voladores, ciudades aéreas, lunas cubiertas de hielo.
En la calle brillan las luces navideñas que el ayuntamiento instaló hace algunas semanas. Los ciudadanos caminan encogidos sobre sí mismos para protegerse del intenso frío entre edificios que bien poco se diferencian de los que se erguían en la ciudad de Pompeya antes de ser enterrada por la violenta erupción del Vesubio. Yo escribo en una máquina de escribir con pantalla mientras escucho El Mesías de Händel con la misma maravillada estupefacción que lo escuchaba hace treinta años. Salvo las canas, la barba, el sobrepeso y la propensión a emocionarme por cualquier cosa, poco he cambiado desde entonces. Permanecen las preguntas y el ansia de respuestas, ansia inútil pues el tiempo -como los ríos, el mar o la lluvia- nos es absolutamente ajeno: no ya el futuro, ni siquiera el presente nos pertenece. Somos lo que flota, no lo que empuja.
miércoles, 31 de diciembre de 2014
Somos lo que flota, no lo que empuja
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4 comentarios:
Te leo lo de hoy con humor y el aprecio de siempre. También con la maravilla de encontrar esas frases, como la que termina el texto y lo titula. Como en el poema entero de ayer o antes de ayer.
2015... Es inaudito. Felicidades. Seguiremos informando. Un abrazo.
También era inaudito 2014, Jesús, y ahí lo tienes, tú ya lo has dejado atrás. A mí aún me quedan cinco horas de 2014, aunque mi espíritu ha cruzado ya al otro lado del calendario.
Te deseo que sueñes en este año nuevo que ahora retoña y, si fuera posible, que algún sueño, aunque sea uno pequeñito, se haga realidad.
Un abrazo desde las Colinas Negras que ahora están blancas, cubiertas de nieve.
Un abrazo desde el Somontano de Huesca. Aquí la nieve brilla a lo lejos, en las cimas de las montañas.
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