Como en cada vuelta alrededor del sol la noche llegó mientras al otro lado del planeta alguien como yo despertaba e iniciaba su jornada. Ahora, mientras se lava los dientes, contempla el mar, la bahía, las otras casas que descienden hacia el agua, los bosques de eucaliptos de hojas casi azules. Se mira en el espejo y se pregunta qué sucedió. Luego dice en una lengua que desconozco: "es el tiempo".
La cama me espera, ese cubículo abierto a la atmósfera donde, en mi breve hibernación nocturna, viajaré sobre una Zaragoza distinta, cubierta de hiedra e higueras gigantes cuyas raíces destruyen enormes edificios, o tal vez me sumergiré en el único océano del mundo tras millones de años para contemplar la resurrección de las primeras formas de vida que sobrevivieron mientras la tierra se aproxima inexorablemente al sol.
Aprendo. En silencio. Cada día. Mientras amo y soy amado. Mientras me aproximo al momento en el que todo habrá dado igual y, al mismo tiempo, no. Yo me entiendo.
jueves, 2 de mayo de 2019
Dos de mayo
miércoles, 1 de mayo de 2019
Uno de mayo
Adios, abril de
dos mil diecinueve,
nunca volveremos
a vernos.
Hola, mayo de
dos mil diecinueve,
dime, ¿qué guardas
para mí?
martes, 30 de abril de 2019
Treinta de abril
Cada día doy la bienvenida a recién llegados y llegadas que duermen en sus cochecitos de bebé; cada día despido a seres humanos de edades más variadas de las que creeríais, personas que dejan un hueco vacío donde estaban pero que, en el fondo, a quienes no vivíamos allí, no nos importa. La sonrisa de un bebé mueve continentes; nuestra desaparición en la habitación de una casa pasa sin pena ni gloria, incluso es molesta para quienes la visitaban de vez en cuando. Así es nuestra naturaleza. Y no digo que esté bien o esté mal: sólo describo lo que observo tras muchos años trabajando con mis congéneres.
Y en el fondo lo comprendo. Sinceramente, humanamente, lo comprendo. Estamos diseñados para vivir como si fuésemos inmortales, por eso la inmensa mayoría de nosotros huimos inconscientemente de lo que niega ese artificio, esa creación tan ficticia como la de la existencia de dios.
Uno de "mis" usuarios, y con ello me refiero a las personas a las que llevo atendiendo desde hace años, es un ingeniero que se llama Eduardo y hace años fue transplantado de corazón y, por aquellas cosas de la crisis económica, le quedó una pensión ridícula y vive ahora con su familia en Graus. Siempre que nos vemos me dice claramente, con los ojos ligeramente inyectados en sangre, que sabe que no se hará viejo. Tiene mi edad más o menos. El otro día le atendí en la Agencia Comarcal y me dijo, mirándome directamente a los ojos, que se había dado cuenta de que cuando uno se muere tampoco sucede gran cosa, que sólo un puñado de personas, y durante un tiempo, como así debe ser, le echan a uno de menos y lloran, y después nada. Yo le sostuve la mirada y le dije que tenía razón. Los seres humanos llevamos naciendo y muriendo miles, millones de años. Nuestra desaparición individual, en realidad, no es ningún problema. Creo que agradeció que lo reconociera, que no tratara de consolarle.
Siento que me estoy haciendo mayor y un poco más sabio en estas cosas. No podía engañarle y decirle, conociendo su inteligencia, algo que iba a insultarle. Morimos, desaparecemos, y el mundo sigue. No le hacíamos falta antes ni se la haremos jamás. El Mediterráneo, debido al movimiento de las placas tectónicas, se elevará dentro de millones de años convirtiéndose en una cordillera como la que ahora es el Himalaya. Nada tiene sentido salvo estos breves momentos en los que articulamos el pensamiento y damos testimonio, aún sabiendo que se perderá. Debemos explorar, llevamos ese impulso en nuestros genes: qué hay más allá de la colina, qué escribiré mañana si mi vida es la más común de las vidas, ¿aparecerá el mar cuando el coche gire en la siguiente curva?
lunes, 29 de abril de 2019
Veintinueve de abril
El día de hoy ha sido ligero sabiendo que en mi país la derecha apoyada por la extrema derecha había sido detenida gracias a un alto índice de votos, uno de los mayores en las últimas décadas. Cuando en España todo el mundo va a votar suele triunfar el sentido común, la tolerancia, la aceptación de los otros, la integración. Somos el país número uno en el planeta entero en número de donaciones de órganos. Cuando suceden catástrofes internacionales España suele ser uno de los países que más ayuda presta en relación a su población.
Yo ayer por la noche me sentí orgulloso de mis vecinos. Yo, que si algo no soy es nacionalista. Los votos habían vencido a las mentiras, las infamias y los bulos de los tres partidos de la derecha. Hubiera pagado por ver los rostros de sus líderes al darse cuenta de que los españoles, cuando votamos casi todas y todos, no nos tragamos mentiras tan gruesas como que Sánchez había pactado con los independentistas (¡si así hubiera sido no hubiera habido convocatoria electoral, idiota!), que Otegui determinaba la política del PSOE, barbaridades así. ¿Tan tontos nos creían a los votantes?
Me alegro mucho, muchísimo, del resultado electoral de ayer en España. Sólo espero que el PSOE no pacte con Ciudadanos, pero esa posibilidad es algo que me parece casi imposible habida cuenta de las declaraciones del líder de este último partido, que lo fía todo a convertirse en el partido principal de la derecha. Sé que habrá presiones del mundo empresarial y mediático para que eso suceda, pero confío en que Sánchez sepa qué esperanza se ha depositado en su voto.
Estoy contento y voy a dormir bien. Nunca había hecho campaña política, y en esta ocasión me he dejado la piel en las redes sociales. Nos jugábamos tanto. La ultraderecha estará en el Parlamento pero su papel será insignificante, sin consecuencia alguna en la vida de las personas más allá del miedo que da.
Soy progresista, sí. Lo soy desde que era muy joven. Creo en la justicia, en la igualdad social, en los servicios públicos, en la desaparición de fronteras, en la fraternidad, en la redistribución de la riqueza de países y continentes: creo en el feminismo, en la aceptación del diferente, en el respeto a cualquier opción sexual que no obligue a nadie a hacer nada que no quiera hacer; creo en una futura Ley de Eutanasia que permita a enfermos terminales ser propietarios de su vida sin que ninguna otra persona les arrebate esa última decisión. Sí, imagino que soy "progre". Buenas noches.
domingo, 28 de abril de 2019
Veintiocho de abril
Me siento feliz. El Partido Socialista ha ganado las elecciones y, sobre todo, ha relegado a la ultraderecha a un rincón insustancial del congreso. La movilización ha merecido la pena. Porque somos humanos somos políticos. Yo, por mi trabajo, sé las consecuencias de las decisiones de los legisladores. Afectan a nuestra vida cotidiana. He hecho campaña, lo sé, y me alegro de que los resultados sean los que yo deseaba. Que Pedro Sánchez pueda seguir siendo el presidente de España es para mí una noticia maravillosa. Lo que había enfrente era terrible. Me acuesto feliz. Hay cuatro años por delante para desarrollar políticas progresistas. Bona nit.
sábado, 27 de abril de 2019
Veintisiete de abril
Jornada de reflexión: quiero un país justo, feminista, defensor y militante de los servicios públicos. No hay más. Es así de sencillo.
viernes, 26 de abril de 2019
Veintiséis de abril
Estas cinco estaciones son un lugar de descanso para mi mente precipitada. Mi mente precipitada, sí, una precipitación contra la que casi toda mi vida mantuve, y todavía mantengo, una sorda lucha para contenerla.
Fui tartamudo hasta los doce o trece años. Todavía recuerdo cómo lo que pensaba se amontonaba en forma de palabras en mi mente creando un colapso que me impedía articularlas a la velocidad necesaria. Esas palabras podían ser, perfectamente: "Póngame tres barras de pan y dos bolsas de leche, por favor". La panadería de Adelina estaba en la acera de enfrente de casa de mis padres, y cuando me mandaban a comprar pan a veces ella llamaba a mis padres porque yo no me acordaba de si eran dos barras de pan y tres bolsas de leche (entonces vendían la leche fresca en bolsas) o al revés. A veces perdía el dinero en los tres o cuatro metros que separaban el portal de nuestra casa de su tienda.
En algún momento dejé de tartamudear. Lo que quería decir y la velocidad a la que lo quería decir coincidieron y ya está, fue como un clic. No por ello mi mente se calmó, pero encontró otros modos de evacuar su velocidad. No mencionaré por su nombre uno de los más efectivos a esas edades, pero recuerdo que era como un bonobo solitario y compulsivo.
Luego llegaron los años de lecturas insaciables, robadas a las noches, al patio en el instituto, robadas a mi vida de adolescente. Fundé una revista, hice teatro, ¡cualquier cosa antes que estudiar! Aquí mis recuerdos comienzan a confundirse. Un campo de voleibol, una sala de conferencias que llamábamos "Siberia" porque siempre hacía mucho frío y que cubrimos de hojarasca de otoño para un recital de poesía.
Recuerdo mientras escribo y me doy cuenta de que, en realidad, lo que estoy escribiendo probablemente sólo tenga sentido en mi cabeza que recuerda. ¿De qué manera podría interesarte a ti? A menos que pienses que tú y yo estamos unidos desde que abrimos los ojos por primera vez hasta que los cerramos para nunca despertar por un vínculo eterno: somos humanos, sé que mi experiencia no es única en este planeta, sé que mi experiencia puedo compartirla sin vergüenza ni reparo con todos los seres humanos que han vivido antes que yo. Qué menos con quienes comparto el tiempo y el espacio.
Estas cinco estaciones son un lugar de descanso para mi mente que, a menudo para mi desgracia, nunca nunca descansa. Me siento ante la página en blanco, me pongo música, respiro y dejo que mis dedos se deslicen por el teclado. Te confieso que frecuentemente no sé ni qué estoy escribiendo exactamente.
jueves, 25 de abril de 2019
Veinticinco de abril
Llovió débilmente durante todo el día y ahora, momentos antes del atardecer, el cielo se ha abierto y entre las nubes ha asomado un sol inesperado convirtiendo todas las anodinas fachadas de los edificios circundantes en templos griegos de ladrillos de oro.
miércoles, 24 de abril de 2019
Veinticuatro de abril
Mi cuerpo está empeñado en ponerme a prueba, y ahora lo que tengo es un catarro o bronquitis importante, con mucha tos. Cristina, mi médico, me ha recetado un antibiótico de tres días. Espero estar mejor el viernes, cuando acabe.
Últimamente se está colando en mis comentarios Spam a todas horas, comentarios que tengo que borrar y eliminar uno a uno. Como estoy así he decidido moderar los comentarios durante una temporada. Si, por alguna razón, os apetece comentar, me llegará un aviso al correo y le daré curso con mucho gusto. Al dichoso Spam, que nunca he comprendido qué gana con estas cosas, me lo cargaré directamente.
No tengo ganas de escribir, sólo de meterme en la cama y dormir. Buenas noches.
martes, 23 de abril de 2019
Veintitrés de abril
Lo único que me gusta de San Jorge es que es festivo en Aragón y no tengo que ir a trabajar. El día de Aragón como tal, y por coherencia con lo que pienso acerca de la naturaleza de los seres humanos, me importa un pimiento.
¿Qué mérito prodigioso recae en la absoluta casualidad de haber nacido en un lugar u otro del mundo? Es que hasta el espíritu más perezoso se tiene que dar cuenta. Nacer en un lugar no es mejor que nacer en otro. No pertenecemos a tierra alguna sino a nuestras decisiones, y por eso nuestra aventura consiste en descubrir y explorar. Caminemos hasta la siguiente colina para ver qué se vislumbra desde allí.