sábado, 29 de enero de 2022

Miren

El mundo, nuestro planeta, los continentes y océanos, parecen y son inconmensurables, pero a veces suceden pequeños milagros. A mí me ha sucedido recientemente uno que ha convertido mi mundo en un lugar pequeño y precioso, un bosque de caminos que se cruzan. He tenido respuesta a preguntas que me hice muchas veces. Todavía me cuesta creer esta suerte, esta fortuna. La noche se aproxima a la orilla bajo el cielo estelar y la luna brillando como si fuese un planeta. A mi alrededor todos se retiran a dormir. También yo lo haré pronto. Mañana conduciré hacia Zaragoza. La vida sólo termina cuando termina, no antes, y mientras tanto todo es posible, he podido saberlo hoy: todo es posible.

viernes, 28 de enero de 2022

Nelly

Tengo la sensación de estar escribiendo siempre lo mismo, pero, como dijo Heródoto, el agua del río nunca es la misma y quien se baña en él tampoco. Hoy mi madre ha querido ir al Centro de día por la mañana y ha tomado su medicación, algo que nos ha alegrado muchísimo a todos.

El agua del río nunca es la misma. Mañana comienza a trabajar en casa de mis padres Nelly, una mujer nicaragüense que, durante la entrevista que mantuvimos en una cafetería junto a la Gran Vía, me produjo buenas sensaciones. Hoy mismo la he dado de alta en la Seguridad Social, yo haré su contrato, sus nóminas, todo en orden.

Vivir es esto, exactamente esto, no otra cosa: esto. Las aguas que van a dar en la mar.

jueves, 27 de enero de 2022

Cantata

Mi hija me regaló estas navidades unos cascos que eliminan el sonido exterior. No sé cómo lo hacen, pero lo consiguen. Me los pongo y el mundo desaparece. Incluso aunque no escuche nada a través de sus auriculares, en su modo máximo de aislamiento apenas oigo nada. Era lo que quería: ser sordo artificialmente y a demanda.

Porque a veces el mundo me abruma, los sonidos del mundo me abruman, incluso los más comunes. Adoro eliminarlos de mi cerebro. El tinnitus sigue ahí pero él solo, sin nadie más que yo, su enemigo vencido. Hace años me dijeron que me acostumbraría a esa presencia y, a pesar de no creerlo en absoluto al principio, así ha sido: forma parte de mi vida y, salvo que centre mi atención en él, ahora es casi invisible.

Vivo con mi tinnitus, con mis muertos, con mis amistades desaparecidas en el trajín de la vida; vivo con mis olvidos y mis recuerdos a medias; con mi primer amor a los trece o catorce años -cómo será ahora, habrá formado una familia, será feliz, sólo al recordarla se acelera mi corazón y me estremezco.

Vivo y duermo y me despierto, y hago lo que debo hacer, y sigo adelante. Los cascos que me regaló mi hija me ayudan a sentirme un gordo astronauta sujeto a la gravedad de la tierra. Ahora mismo podría haber un bombardeo y yo seguiría escuchando la cantata 147 del maestro Bach que tantas veces canté con la coral de Binéfar, ajeno a todo sonido exterior.

Sé lo que soy. No oír voluntariamente los sonidos del mundo cotidiano me ayuda a ser más lo que soy, aunque eso me suponga algún susto cuando mi mujer me toca el hombro para decirme algo. Soy el que soy sin necesidad de ninguna zarza ardiente.

miércoles, 26 de enero de 2022

Cerbatana

Me digo que son épocas, temporadas, malas rachas, momentos. Y, en lo que me queda de inteligencia, sé o quiero saber que tengo razón. Imagino, por ejemplo, que vendrán otras distintas si sobrevivo a esta. Pero todos morimos en una época, en una temporada, una mala racha, un mal momento. Esto también es verdad.

Hoy he tramitado la viudedad de una mujer casada con un hombre que ha fallecido por culpa del covid a los cincuenta y un años. Ella es de origen colombiano y se ha quedado sola con un hijo autista de dieciséis años. Épocas. Su marido murió en medio del tiempo, de una mala racha, cuando no tocaba.

Porque ni el tiempo ni lo inesperado nos da respiro. Porque el tiempo es un maldito hijo de puta que nunca se detiene de verdad, ni siquiera cuando nos rendimos al sueño e inmediatamente despertamos en Nueva Zelanda, o en un velero en medio del Cabo de Hornos, o cabalgando en las praderas de Arizona, o trabajando en una mina romana como esclavo tras la invasión de mi pueblo, o cazando en el Amazonas con una cerbatana. El tiempo no se detiene jamás e, incluso mientras dormimos, cura y envejece al mismo tiempo nuestros músculos, nuestros huesos, nuestros órganos internos, nuestra memoria. Cura y envejece.

Por eso no puedo fiarme de mis pensamientos. No, no, no: nunca. Lo que escribo, lo que pienso, sólo es un río sin verdadero sentido, como los ríos de verdad. Todo y nada puede suceder en cualquier momento. Debo prepararme para eso, debo aprender a prepararme para eso.

martes, 25 de enero de 2022

Entre las viñas

La ansiedad ha regresado. Ni siquiera el frío bajo cero de las mañanas en las que camino hacia el trabajo puede con ella. Conozco bien su origen y sé que debo aprender a combatirla sabiéndolo. Pero mañana por la mañana pondría un pie delante del otro hasta dejar atrás la pequeña ciudad y sus edificios, y pisaría sobre los charcos de hielo entre las viñas, y me tumbaría allí boca arriba, sobre la tierra esponjosa, vestido con mi ropa de invierno mirando el cielo azul, y cerraría los ojos durante un rato, mucho rato, durante todo el tiempo necesario.

lunes, 24 de enero de 2022

Los gorriones duermen

Voy a acostarme sin saber gran cosa de nada. Recuerdo un verso de un poeta polaco cuyo nombre no recuerdo que decía algo así como: "el grifo es pequeño / pero mi sed es inmensa como un océano". Me siento así. Los poetas saben decir esas cosas.

Hoy he leído en un periódico que cada día el sol sale un minuto más pronto y se pone un minuto más tarde. Todos sabemos que a partir de enero y febrero aumentarán las horas de luz. Me gusta vivir en un hemisferio en el que existen cuatro estaciones. Bueno, cinco en mi caso.

Me voy a la cama sin saber mucho más de lo que sabía ayer. El río Vero viaja hacia el mar frente a mi casa con un caudal de dos palmos de altura. Los gorriones duermen. Yo también dormiré.

domingo, 23 de enero de 2022

Nadie como tú

Zaragoza. Ya no tenemos andamios en la terraza y han cambiado los cristales rotos, aunque los nuevos son ligeramente de otro color y mi TOC se acelera un poco al verlos.

Por la tarde, muy pronto, drama de mi madre con mi padre. Corriendo con Maite a su casa, de donde habíamos salido a las dos. Ella quería salir a la calle con el pijama y su marido, papá, se lo ha impedido. ¿Qué he hecho yo para merecer esto? Mi padre es una mala persona, lágrimas, estoy sola, todos estáis equivocados, os ha puesto en mi contra, etcétera. Alzheimer. Mi padre la ama y la cuida y se ocupa de la casa, la comida, la limpieza, todo. Tiene ochenta y cinco años. El próximo lunes daré de alta en mi oficina a una empleada de hogar, y todos rezamos para que la acepte y congenien y sea posible que mi padre tenga un descanso, porque ya casi no puede más.

Me he ido del piso de mis padres a las seis y media. Ella ya estaba más tranquila, ni siquiera se acordaba de lo que había sucedido. Por mi trabajo sé que el Alzheimer es una enfermedad terrible, pero vivirla en primera persona es devastador.

He salido de la casa donde crecí gran parte de mi vida agotado, literalmente reventado mentalmente. Y he estado tres horas. Mi padre está todos los días, veinticuatro horas siete días a la semana. Al llegar a nuestro piso me he servido un whisky con hielo. Me siento rendido: es el whisky, dos porros o dos pastillas de Lorazepam. Rendido, triste, ansioso y preocupado.

No es una historia original. Miles de familias están pasando por lo que está pasando la mía. Yo mismo, por mi trabajo de informador de la Seguridad Social, he asistido a ese proceso, he escuchado historias como la mía. No consuela. Nunca existirá en este mundo nadie como mi madre, nadie como mi padre, nadie como tú o como yo.

sábado, 22 de enero de 2022

Camisetas con dibujos

Un lugar donde vivir. Alguien que me ame como soy, sin medias tintas. Las necesidades básicas y algunas pocas extraordinarias cubiertas con el salario de un trabajo que me gusta. El frío del invierno que precede a la primavera. Ver en la pantalla un dron de origen humano volando sobre la superficie de Marte. Poder comprar camisetas con dibujos y mensajes que me gustan. Poder comer lo que quiera. Amar. Ser amado. Ser una más entre las personas más afortunadas de toda la tierra.

viernes, 21 de enero de 2022

Calendario estelar

Cuaderno de bitácora. 21 de enero de 2022 según el calendario estelar de la especie humana. Navego a a través del tiempo. Nada que anotar hoy. Tengo mucho sueño. Avanzo hacia el futuro al margen de mi voluntad. Sé que así ha de ser. Floto mirando el cielo de día y también de noche. Soy, como tú, un viajero del tiempo. Todos somos astronautas.

jueves, 20 de enero de 2022

Algunas de las estrellas

Un nuevo día termina y,
en un instante,
se ha convertido en pasado,
casi nada queda de él.

Navegamos sobre aguas veloces.
Los acontecimientos suceden y
tomamos decisiones a
cada momento. Vivir es así.
No nos guía el destino sino
el instinto, por eso al cruzar una calle
miramos a iquierda y derecha
antes de dar el siguiente paso.

La inteligencia sabe
manifestarse de muchos modos.
Algunas de las estrellas
que contemplo en el cielo nocturno
murieron hace millones de años.
Es importante saberlo.