sábado, 12 de febrero de 2022

Un caballo negro

Llega la noche y lo único que querría es montar en un caballo negro y galopar hasta alejarme de esta gran ciudad rodeada de desierto. Galopar bajo las estrellas hacia ninguna parte, lejos del ruido de las calles, lejos del ruido de mis pensamientos; galopar y galopar.

viernes, 11 de febrero de 2022

Luz en la oscuridad

Sí, somos un suspiro, pero en ese parpadeo caben no solamente nuestras vidas sino todas las que nos precedieron. Frente a mi ventana el río casi seco por la sequía a duras penas avanza hacia el mar. La estrellas, muchas de ellas muertas hace millones de años, brillan en el cielo sobre la pequeña ciudad. Seremos alcanzados, no importa cuan rápido corramos a través de la noche, a través del día, a través de los campos de cebada, a través del mundo: seremos alcanzados, desapareceremos y las cosas seguirán sucediendo como cuando existíamos. Siempre fue así. No pasa nada. Lo importante es, en mi opinión, no desfallecer en la exploración, no desfallecer en amar y ser amados, no desfallecer en la curiosidad, en el ejemplo inconsciente, no desaparecer en la memoria de quienes conservan la brasa del fuego que se encendió hace miles y miles de años. La vida no es una cerilla que se consume, es una antorcha que pasa de mano en mano. Luz en la oscuridad.

jueves, 10 de febrero de 2022

Cuarenta días

He leído que una abeja vive menos de cuarenta días, visita al menos mil flores y produce a lo largo de toda su vida casi una cucharada de miel. Casi. Es una información que me ha resultado interesante y a la vez muy sorprendente: cada cucharada de miel es un poco menos que el fruto de la vida entera de una abeja voladora sobre los campos entre los árboles y arbustos. Siento en mi interior que existe un desequilibrio en alguna parte: no sé si cuando vierto miel en mis tostadas para untar en el café con leche o, simplemente, en mi conciencia.

Hoy he comido un chuletón entreverado de grasa, una maravilla que he disfrutado como el carnívoro de mandíbulas manchadas de sangre que soy; un chuletón muy poco hecho. ¿Y entonces? La abeja no muere para que yo pueda disfrutar de su miel, pero el pedazo de vaca que me he comido pertenece a un animal muerto.

Convivo con todas estas cosas. La razón y el deseo. El conocimiento y la ignorancia. Lo que debería hacer y lo que quiero hacer. Lo que me gustaría ser y lo que soy.

miércoles, 9 de febrero de 2022

Como viajar en el tiempo

He dormido una siesta de hora y media. Al despertar ya no era de día. Ha sido como viajar en el tiempo. Hubiera podido despertar con veinticinco años de edad o con ochenta. Durante unos segundos no sabía quién era, dónde estaba, en qué lugar del mundo.

martes, 8 de febrero de 2022

Transiciones

Desde pequeño trataba de averiguar la frontera de las cosas. En qué momento dejaba de ser de día para pasar a ser de noche. En qué momento justamente dejaba de estar despierto para estar dormido. Momentos de transiciónes suaves, invisibles, imperceptibles.

Son las ocho menos diez de la noche. Hace tiempo que se hizo oscuro y tengo sueño, aunque es demasiado pronto para acostarme. Y todo es casi siempre así.

He ido al baño a hacer pis y luego me he mirado en el espejo. ¿En qué momento me convertí en lo que soy ahora? Todo es casi siempre así.

lunes, 7 de febrero de 2022

Arena en la playa

Somos nuestro cerebro, lo sé bien. He conocido a mi madre toda mi vida, literalmente, claro. Sé cómo es, cómo era. Contemplé desde pequeño su maravillosa relación con mi padre, el hombre más guapo y más bueno que existe en este planeta, pero en el último tramo de sus vidas en este mundo llegó al Alzheimer y puso todo patas arriba, sus vidas y también las nuestras, las de sus hijos e hija, que les queremos con locura.

Pero no pasa nada, es la realidad de miles y millones de familias en el mundo en este mismo instante; pero sucede todo: esta cruel realidad del pequeño y minúsculo universo que es mi familia y superaremos con mucho amor, este minúsculo grano de arena en la playa.

domingo, 6 de febrero de 2022

Andamios

Durante algunas semanas tuvimos andamios en la terraza de nuestro piso de Zaragoza. Era una vista terriblemente fea desde el salón, tan fea que bajábamos la persiana hasta el suelo. Pero por fin terminaron los arreglos en los balcones y fachada y hemos vuelto a recuperar el paisaje de siempre. Nuestro edificio tiene la suerte de erigirse frente a un gran colegio infantil y estamos a muchos metros de las fachadas del otro lado. Podemos ver la línea urbanizada del barrio y el cielo sobre ella. Es bonito teniendo en cuenta que se trata de una gran ciudad.

Si alguien me preguntara ¿por qué siempre escribes al final del día, tan tarde, incluso cuando ya es el día siguiente?, le contestaría: porque es el instante de hacer recuento, porque me da miedo hacerlo antes, porque no sé absolutamente nada de nada.

Voy a irme a la cama a dormir, como cada día desde que vine a este mundo extraño, raro e insólito. Todo es tan extraño, tan raro, tan insólito.

sábado, 5 de febrero de 2022

La historia de mi vida

Sé lo que debería hacer casi al detalle, punto por punto, día tras día, mes tras mes, y lo sé porque ya lo hice en el pasado reciente, aunque no ahora mismo. ¿Por qué? Porque lo que debería hacer no me produce el mismo placer que lo que hago. Así que, como ya he hecho otras veces a lo largo de mi existencia, debo elegir entre el placer y su contrario, que no es exactamente el sufrimiento pero sí algo parecido y sordo que no sabría definir con exactitud.

Y esta es la historia de mi vida: largos periodos de hedonismo irresponsable con fugaces etapas de responsabilidad monacal. Me gusta imaginar que no soy el único ser humano a quien le sucede esto en nuestro planeta. Mi carne es débil y mi curiosidad infinita.

viernes, 4 de febrero de 2022

Algo así

Mi vida no es complicada, pero me gustaría que lo fuese todavía menos. Algo así como el extremo de una canoa que, lentamente, rompe el agua del ancho río atravesándola. Los pájaros en los árboles de la orilla. Las nubes blancas en el cielo azul. Algo así.

jueves, 3 de febrero de 2022

Bruguera Historias Selección

Me siento agotado sin saber por qué. No todo podemos ni debemos saberlo (esto es algo que me gustaría poder decirles a los usuarios que se sientan al otro lado de mi mesa de trabajo).

La vía láctea que atraviesa el cielo nocturno de nuestro planeta es una anécdota del tamaño de un grano de arena en el desierto. A veces me gustaría conocer menos, saber menos, vivir al margen de la exploración, conformarme con lo que puedo modificar, con lo que está en mis manos, pero es imposible. La culpa es de los libros de Bruguera Historias Selección que mis padres nos ponían cada navidad la mañana de reyes. Robinson Crusoe, Los hijos del capitán Grant, Mil y una leguas de viaje submarino, Robin Hood, La isla del tesoro, y también la colección de Los cinco de Enid Blyton, y todos los que vinieron después. No puedo conformarme. Ya es tarde para eso.

Me acostaré, cerraré los ojos y los abriré en una isla desierta, en otro planeta a millones de años luz de aquí o en el Nautilus del capitán Nemo, a kilómetros de profundidad bajo el océano, en la fosa de las Marianas.