domingo, 7 de enero de 2018

Siete días más tarde

Siete días más tarde no he cumplido ni una sola de mis buenas intenciones para comenzar el año. Es algo que llevo haciendo mucho tiempo, así que no me pilla por sorpresa. Ni siquiera la decepción de mí mismo me pilla por sorpresa. A las amigas, amigos y familiares directos que leéis esto: no os preocupéis: estoy bien: a veces me siento orgulloso de mí mismo, sobre todo en el ámbito laboral. Comienzo a quererme como, después de treinta y cinco años juntos, me quiere mi compañera: como soy, no como a ella le gustaría que fuese en todos los detalles, no como a mí me gustaría ser en todos los detalles.

Anoche y hoy llovió aquí en el Somontano, y también en las montañas. Ahora el río Vero se precipita hacia el futuro con un abundante caudal marrón como el cacao con leche. Hay muchísima nieve allí arriba, blanca en la oscuridad.

sábado, 6 de enero de 2018

De la necesidad del frío

De vez en cuando contemplo el exterior de nuestra nave para saber si está nevando, o lloviendo o algo. Es una mierda que nunca acierten con el Somontano, lo digo en serio. En época de vendimia la culpa se la llevan las bodegas, que si rompen las tormenta con tiras de cobre que si no sé qué, pero ¿ahora? ¡Si anunciaban en las televisiones el apocalipsis antártico!

A eso de las doce y media hemos ido a dar nuestro habitual paseo junto al canal, hoy vacío y con aguas tan estancadas que en algunos tramos olía mal, y la temperatura era de ¡trece grados! ¡Un seis de enero!

Rezo al espagueti volador y a supermán porque de verdad tengamos una temporada medianamente larga de frío de verdad, ¿es mucho pedir dos semanas, tal vez tres? ¿Cuatro? Es que si no cuando quiera darme cuenta me veo otra vez en bermudas y sandalias y todavía no las he olvidado, ni tiempo a eso me ha dado.

Frío. Necesito frío. Frío de verdad aquí en Barbastro, en el barranqué, al pie de las tentadoras cordilleras blancas de nieve.

viernes, 5 de enero de 2018

De reyes

De los reyes magos no sé qué me gusta más: si que afortunadamente hayan desaparecido de nuestras vidas y su importante impacto en nuestras mermadas cuentas bancarias, o que se reúnan en el cumpleaños del rey abuelo sin hablarse la mitad de la familia con la otra mitad. Quién sabe si de este modo, por disolución y enfrentamientos pedestres, desaparezcan de nuestra sagrada constitución. Ojalá.

Por otra parte disfrutamos tanto en su momento: galletas mordidas junto a la taza de leche, con migas en el suelo y todo; colocar cuidadosamente los juguetes; contemplar enternecidos su asombro inocente.

Cada edad tiene su afán. Tal vez si algún día tengo nietos recupere aquella ilusión multiplicada, según me cuentan, por cien.

jueves, 4 de enero de 2018

Palacios

Por la mañana, antes de levantar la persiana de mi negocio, miro a través de la ventana. Todo está en sombra menos las zonas más altas iluminadas por el sol reciente. Su luz nueva convierte el edificio más feo en un palacio.


miércoles, 3 de enero de 2018

Avatar

Despierto bruscamente de un sueño que no puedo recordar y compruebo que son las seis y cuarto. "Todavía puedo dormir un poco más", me digo, hasta que me doy cuenta de que estoy vestido sobre la cama sin deshacer y es por la tarde. Entonces recuerdo: me acosté a las cinco y he dormido una siesta intempestiva. Fuera todo está oscuro y la casa está en silencio. Maite corrige trabajos en el salón. Salgo al pasillo del submarino (todos los pasillos de todas las casas donde he vivido me recuerdan a submarinos), entro en la sala donde ella trabaja y todo, durante esos segundos o minutos, me parece extraño, insólito, como si hubiese despertado en el cuerpo de una persona distinta a mí, como si fuese el avatar de alguien. Tengo cincuenta y cuatro años y aún no comprendo casi nada de todo esto.

martes, 2 de enero de 2018

Pureza

Vuelvo al trabajo después de una semana de vacaciones. A las ocho de la mañana hay unos sorprendentes siete u ocho grados de temperatura. El río Vero se precipita hacia el mar con un caudal más bien escaso. Sorteo dos o tres cagadas de perro en la acera. El cielo, como siempre, es lo más puro del paisaje urbano, aparentemente ajeno a quienes vamos de aquí para allá como las hormigas de un hormiguero.

Hoy he jubilado a cuatro personas. También tramité una pensión de viudedad. Tarjetas sanitarias europeas. Información sobre el futuro. Consuelo sobre situaciones sin salidas administrativas posibles.

En alguna parte leí no hace mucho tiempo lo siguiente: "Lo mejor que puedes regalarle a alguien es tu atención". Puedo asegurar, después de muchos años de profesión, que es una verdad absoluta. Otra verdad es lo que puedes aprender de todas esas personas anónimas que se sientan frente a ti y, más a menudo de lo que creeríais, acaban contándote anécdotas de su vida sorprendentemente íntimas. Saben que mi profesionalidad les protege.

El día termina y el nuevo año comienza a caminar. Los rechonchos gorriones comen nuestras migas en las calles de Barbastro con la alegría propia de los seres puros, puros como el cielo.

lunes, 1 de enero de 2018

El límite del horizonte

El horizonte -no el mío, no el tuyo, no el de los que creen o no creen en fechas importantes, no el de quienes ni siquiera piensan en ello- es hoy. Hoy es el límite del horizonte de toda la humanidad.