De vez en cuando contemplo el exterior de nuestra nave para saber si está nevando, o lloviendo o algo. Es una mierda que nunca acierten con el Somontano, lo digo en serio. En época de vendimia la culpa se la llevan las bodegas, que si rompen las tormenta con tiras de cobre que si no sé qué, pero ¿ahora? ¡Si anunciaban en las televisiones el apocalipsis antártico!
A eso de las doce y media hemos ido a dar nuestro habitual paseo junto al canal, hoy vacío y con aguas tan estancadas que en algunos tramos olía mal, y la temperatura era de ¡trece grados! ¡Un seis de enero!
Rezo al espagueti volador y a supermán porque de verdad tengamos una temporada medianamente larga de frío de verdad, ¿es mucho pedir dos semanas, tal vez tres? ¿Cuatro? Es que si no cuando quiera darme cuenta me veo otra vez en bermudas y sandalias y todavía no las he olvidado, ni tiempo a eso me ha dado.
Frío. Necesito frío. Frío de verdad aquí en Barbastro, en el barranqué, al pie de las tentadoras cordilleras blancas de nieve.
sábado, 6 de enero de 2018
De la necesidad del frío
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2 comentarios:
Cuando dices que vives en Huesca, así en general, se imaginan un metro de nieve. Por aquí abajo poco o nada hay de eso. Acabo de oír en la radio que en Molina de Aragón, Guadalajara, han llegado a los veinte bajo cero, más o menos lo mismo que cuando mi hijo estaba en Helsinki, y yo compré este mismo ordenador en el que escribo, para poder usar el Skype .
No he pasado nunca tanto calor como este verano durante diez días en Aguadulce, Almería. Creo que todavía lo llevo dentro, lo digo sin exagerar. Ni siquiera cuando hace treinta años montábamos a mitad de agosto los bártulos de tocar, no pocos, en... Castillazuelo, por ejemplo, o algún barrio de Barbastro, como el de, creo, San Fermín, a principios de agosto. A las tres de la tarde. En fin, que necesitamos el frío como el comer. Tú también, ya lo sé. Y vernos algún día cerca del canal, eso también.
Un abrazo
Uno de los mayores desiertos de Europa está en Huesca, compartido con la provincia de Zaragoza. Qué más quisiera yo que vivir en una Alaska peninsular.
Y una cosa, querido, ¿a quién se le ocurre ir a Almería en verano?
El día de nuestro paseo está muy cerca si a los dos nos va bien.
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