martes, 30 de enero de 2018

Huellas

Hoy en la agencia comarcal de la seguridad social he conocido a una bella mujer nacida en Barbastro que vive en Italia, concretamente en Florencia, desde hace más de veinte años. Ha venido para acompañar a su madre tras la muerte de su padre y ayudar a tramitar su pensión de viudedad y demás papeleos. Enseguida hemos conectado a nivel empleado público/cliente; algo que, no porque me suceda relativamente a menudo, deja de gustarme mucho. Hemos terminado compartiendo nuestros correos personales porque mi hijo Carlos, si aprueba finalmente el Grado Superior de Agente Forestal, regresará a Italia a hacer sus prácticas con Andrea, el director del Parque cerca de Pisa donde hizo las prácticas del Grado Medio. Ella, Pilar, se ha empeñado: "Si necesita cualquier cosa, cualquier ayuda, me lo dices, estaré encantada de ayudarle", me ha dicho. Mi trabajo no siempre es ingrato.

Siempre he creído firmemente que todos los trabajos son importantes. Nosotros, quienes los ejercemos, somos o deberíamos ser los primeros en hacerlos importantes, en dignificarlos. Barrer bien una acera es lo mismo que descubrir una vacuna, y esto es algo que pienso y escribo muy en serio. Hacer un buen pan, honesto, poniendo todo tu amor en su concepción, no tiene nada que envidiar a diseñar un avión comercial. Dar clase de Lengua y Literatura con vocación de transmitir conocimientos no es mejor que limpiar los sedimentos de un canal de riego con palas y cubos con la intención real de despejarlo. Porque todo, absolutamente todo, es lo mismo: la huella de nosotros, la huella de nuestra voluntad, la huella de nuestra inteligencia.

6 comentarios:

andandos dijo...

Bueno, no sé todavía qué decir pero te leo.

Un abrazo

andandos dijo...

Muchas veces, deduzco que a partir de cierta edad, que te presten atención es suficiente, o al menos es de agradecer. Esto es difícil de entender a los treinta, de esto estoy bastante seguro.

Un abrazo

Elvira dijo...

"Hacer un buen pan, honesto, poniendo todo tu amor en su concepción, no tiene nada que envidiar a diseñar un avión comercial." Sí señor. Esa huella queda. Ese buen hacer, esa actitud.

Un beso!

Jesús Miramón dijo...

¡Querido José Luis, tienes que olvidarte del factor edad que últimamente tanto sacas a colación en tus comentarios! Que estés a punto de cumplir sesenta años no significa nada mas allá de eso, que has alcanzado o alcanzarás ese día. Simplemente eso, y que el viaje continúa.

"Supuestamente" a los treinta años no podemos comprender cosas que, de nuevo "supuestamente", sí podemos entender a los cincuenta o los sesenta o los setenta, pero yo, desde mi experiencia laboral y vital, te aseguro que eso no siempre sucede así: hay personas jóvenes muchísimo más lúcidos que ancianos de ochenta, jóvenes que saben perfectamente que lo mejor que podemos regalar a los demás es nuestra atención. Como también hay personas mayores que no quieren en absoluto que les presten atención sino precisamente todo lo contrario.

Un abrazo.

Jesús Miramón dijo...

Un beso, Elvira! :*

andandos dijo...

Lo pensaré, Jesús. Lo de la edad ya me estoy dando cuenta de que hablo demasiado de eso, y tengo que corregirlo, sin duda.

Un abrazo