miércoles, 31 de enero de 2018

Nana

Ahora, justo ahora, al depositar el peso de tu cabeza en la almohada y comenzar a sentir cómo el resto de tu cuerpo se relaja y disuelve en el cansancio del día, piensa durante un instante en todos los seres humanos que te precedieron; piensa en tantos que brillaron fugazmente y se apagaron tan anónimos como tú, piensa en palacios y cabañas y batallas y venganzas palaciegas y epidemias de peste. Tantos que cantaron canciones alegres a la luz del hogar, aquellos que lloraron tal vez exageradamente en las muestras de duelo en pequeñas capillas de piedra. Piensa durante un instante en que tú eres el extremo de algo, el último centímetro de una raíz que lenta y suavemente penetra en el futuro del tiempo, y duerme, duerme, duerme. Mañana, contigo, despertará el mundo entero.

8 comentarios:

Elvira dijo...

Hermosísimo! Ya sé que es prosa, pero me parece poesía.

Un beso

Epolenep dijo...

gracias!!!

Jesús Miramón dijo...

Es lo que te parece, querida Elvira. Ahora este texto es tuyo, como así ha de ser. Un beso.

Jesús Miramón dijo...

Gracias a ti, Sílvia. Un beso.

Portarosa dijo...

Qué vértigo.

Un abrazo.

Jesús Miramón dijo...

Además de dar testimonio del vértigo, articularlo. En eso consiste mi oficio no remunerado desde los doce o trece años de edad. Articular el vértigo y convertirlo en algo que podamos masticar y saborear y acaso, de algún modo, un poco nada más, comprender.

Un abrazo.

andandos dijo...

A mí también me ha gustado, Jesús.

Un abrazo

Jesús Miramón dijo...

Gracias, José Luis. A ver cuándo quedamos de nuevo. Un abrazo.