Escucho funcionar la impresora en la habitación de Maite. Mi hijo me ha llamado desde Huesca para saber cómo hago exactamente las cremas de verduras, en este caso de puerros, calabacines, zanahorias y patatas. Le faltaba le mantequilla que añado al aceite donde las sofrío antes de cocerlas pero tenía todo lo demás. Mañana por la mañana he pedido el último día libre que me quedaba del año pasado y he quedado con un amigo para pasear junto al canal y hablar de lo humano y lo divino.
El domingo pasado, cuando mi compañera y yo paseábamos por allí, nos cruzamos con un gran coche cuatro por cuatro que arrastraba un remolque donde yacía un jabalí que a mí me pareció enorme, inmenso. Las huellas que tantas veces habíamos visto se confirmaban pero sentimos pena, a pesar de saber que actualmente son una plaga.
Hoy en el trabajo he atendido a decenas de personas maravillosas de todas las edades, sexos y nacionalidades. Como los pajaricos que esperan la salida del sol en lo más alto de los árboles desnudos para calentar sus pequeños cuerpecitos de pluma, yo espero de cada uno de esos seres humanos que se sientan al otro lado de mi mesa algo de calor en estos tiempos de frío acero, y lo encuentro a raudales. A raudales. A veces salgo del trabajo con tanta humanidad infiltrada en mi piel que lloraría durante todo el breve trayecto hasta mi casa. Pero soy profesional. No lloro y lo que hago es venir aquí por la noche y escribir. Como diría Gregorio, una de las personas que he jubilado esta mañana y con la que he estado hablando durante casi media hora, "así es el asunto".
miércoles, 10 de enero de 2018
Asuntos
Anotado por Jesús Miramón a las 21:08 | Diario , Vida laboral
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Como me gustaría haberme unido al paseo contigo y tu amigo.
No sé cómo describir el tercer párrafo, pero sí te digo que cuando escribes de ese tema y de esa manera, le suelo enviarle enlace a mi hijo.
Un abrazo fuertote, de esos que se dan cuando hace frío.
También hubiera sido un placer para nosotros.
¿Por qué le envías esos enlaces a tu hijo? ¿De qué trabaja? Es simple curiosidad.
Un abrazo fuerte.
A la información que me pedías sobre mi hijo, te he contestado por mail.
En cuanto a la razón de que le envíe esos enlaces son posts de unä calidez humana tan grande que reconfortan y mejoran el corazón de quien los lee.
Aunque ya tiene 41 añitos, dediqué muchos años a educarle y hacerle llegar todo lo que es necesario y reconforta. La educación es un proceso interminable. La única diferencia es que ahora es él el que me manda más textos necesarios que los que yo le mando a él. Está en el conocido proceso de "educar al abuelito de mi padre".
Un abrazo, Nán, ahora voy para allá. Y gracias. Un abrazo.
Publicar un comentario