sábado, 11 de agosto de 2007

Después del ensayo

Después del ensayo del coro unos pocos fuimos al bar a tomar unas copas. Hablamos de esto y de lo otro hasta casi las dos de la mañana. Luego, mientras regresaba a casa, recordé las Perseidas, las lágrimas de San Lorenzo. Detuve el coche y salí al espacio exterior. La luz de la colonia humana contaminaba el cielo nocturno impidiendo la observación de los meteoros, pero así y todo aquella oscuridad tachonada de algunas estrellas me impresionó hasta el punto de hacerme creer que todo era cierto, absolutamente cierto. Desde el principio hasta el fin.

7 comentarios:

Miranda dijo...

Esa sensación de creencia la he tenido yo igual, pero en dos circunstancias distintas.
Una es como lo describes, en vez de la fiebre melancólica a lo Stendhal, cuando contemplo algo muy bello entro en una especie de euforia y además de creerme todo soy capáz hasta de propósitos de la enmienda.
La otra es cuando he estado enamorada, sobre todo de cabrones.
En ese estado creyente te fabricas un personaje y te lo comes con patatas, te lo crees como si fuera una verdad absoluta.

Creo que son parecidos, es decir, un sueño de la razón por la belleza o la emoción disparada.

Un peligro, vamos...

Beso.
M.

Jesús Miramón dijo...

En el libro que estoy leyendo estos días me topo con verdades como ésta:

"Sigue resultando bastante pasmoso que los átomos sean principalmente espacio vacío, y que la solidez que experimentamos a nuestro alrededor sea una ilusión. Cuando dos objetos se tocan en el mundo real (las bolas de billar son el ejemplo que se utiliza con más frecuencia) no chocan entre sí en realidad. 'Lo que sucede más bien -como explica Timothy Ferris- es que los campos de las dos bolas que están cargados negativamente se repelen entre sí. Si no fuese por sus cargas eléctricas podrían, como las galaxias, pasar una a través de la otra sin ningún daño'. Cuando te sientas en una silla no estás en realidad sentado allí, sino levitando encima de ella a una altura de un angstrom (una cienmillonésima de centímetro), con tus electrones y sus electrones oponiéndose implacablemente a una mayor intimidad."

A las que podemos añadir otras como la música, la comida, el amor, un paseo por el campo, la soledad, etcétera.

Un besico.

Luis Rivera dijo...

Es que todo es inciertamente cierto, y no es un juego e palabras. La percepción está muy alejada del conocimiento, lo que en realidad debe de ser un descanso, pienso.

Jesús Miramón dijo...

Pero percepción y conocimiento son sinónimos. Y aunque a la primera le diésemos únicamente un significado relativo a la intuición, a lo presentido o revelado, estoy convencido de que el conocimiento, la ciencia, no sería posible sin ella. Esa es la causa de que la física cada vez se parezca más a la poesía, o viceversa.

Luis Rivera dijo...

Jesús:
Primero: Bien visto.
Segundo: Tengo que pensarlo.

Portarosa dijo...

Yo llevo años preguntando qué es el contacto, a nivel atómico. Me explico: si es como dice tu libro, ¿eso explica que la velocidad que imprimes a un cuerpo sea proporcional a la fuerza con que lo empujas?, ¿explica la repulsión eléctrica eso?
Nadie me contesta nunca claramente. A veces me han dicho que eso es sólo un modelo explicativo, que no tiene sentido acercarse tanto para tratar ese tema. No sé.

Un abrazo.

Jesús Miramón dijo...

Estimado Portorosa, me interesa la física como me interesan muchas otras cosas, pero no soy precisamente un experto: no me siento capaz de contestar a tu pregunta. De cualquier modo me sorprendería que la respuesta no te esté esperando en algún rincón de internet (y en libros especializados, claro). Un abrazo.