sábado, 18 de agosto de 2007

Polvo de huesos

Dice: si volviese a nacer sería músico profesional, a ser posible chelista en una orquesta del norte de Europa, luciría una de esas barbas de cuatro días cuidadosamente rasuradas y viviría en una casa de paredes blancas. Dice: si volviese a nacer sería cocinero y abriría un restaurante pequeño, sin pretensiones, cerca del mar pero no en el paseo marítimo sino en una calle estrecha y adyacente que hubiese que buscar para encontrarla, cada mañana acudiría temprano al mercado y compraría la mejor verdura, la mejor carne, el mejor pescado, tendría muchos hijos, un coche viejo y una barquita para navegar los lunes. Dice: si volviese a nacer sería pastor de ovejas en la Patagonia, tendría tres caballos, una boina, dos sillas de blanca piel de cordero y una alegre novia de mejillas sonrosadas en un pueblo a muchos kilómetros de distancia; al cabalgar hacia sus brazos los cascos de mi montura levantarían nubes de polvo de huesos de dinosaurio.

19 comentarios:

Anónimo dijo...

He venido por casualidad hasta tu blog y me ha encantado la manera de escribir que tienes. La sorpresa me la he dado cuando he deducido, por la mudanza, que vives en Zaragoza.Pasaré por aquí. Pasa por mi blog.
Roberto.

Jesús Miramón dijo...

Hola, Roberto, encantado y bienvenido. Ya no vivo en Zaragoza, aunque viví allí muchos años, pero estamos arreglando un piso que hemos heredado, a eso se refería el post de la mudanza. Me voy a ver si encuentro tu blog.

Portarosa dijo...

Qué bonito, Jesús.
Y qué tres alternativas tan atractivas. La cuestión (poniéndonos serios) es si son sólo factibles si uno volviese a nacer, si no hay posibilidad de cambiar nuestra vida si no es volviendo a nacer (más que nada porque me temo que con esa opción no podemos contar demasiado). ¿Durante cuánto tiempo aún podemos retroceder hasta la última encrucijada, o directamente saltar a otro de los caminos que en ella desechamos?

Tengo la costumbre de hacer, y hacerme, preguntas del tipo "¿qué harías si volvieses a salir del instituto?", "¿dónde te gustaría vivir si pudieses vivir donde quisieras"?, "¿qué es lo que más te gustaría estar haciendo en este momento?", y supongo que en ellas se refleja tanto la idea que tengo yo de la vida como una constante elección y sus consecuentes renuncias, como lo mal que lo asumo. Pero de todos modos a veces me pregunto si estoy dando por sentadas muchas cosas, si estoy conformándome demasiado en aspectos en los que aún hay margen de maniobra.
¿Tenemos posibilidades reales de cambiar? ¿Cuánto?

Un abrazo, y buenos días.

reikiaduo dijo...

Y ya que has nacido ¿porqué no eres, sencillamente, feliz?

Jesús Miramón dijo...

Siempre existe la posibilidad de dar uno o varios golpes de timón a lo largo de la vida, únicamente hace falta la voluntad de hacerlo y el valor de arrostrar las consecuencias. Lo que resulta imposible es retroceder, regresar a una encrucijada del pasado o, como tú dices, saltar al camino paralelo que un día desechamos. Somos tiempo que corre, nada nos espera, las cosas cambian, aquellos paisajes ya no existen.

Hablas de la conformidad, un atributo con mala prensa pero, a mi entender, fundamental para disfrutar de aquello que tenemos (y que a menudo tanto esfuerzo y deseo nos costó conseguir). No deberíamos perder las cosas para valorarlas.

Un abrazo, Portorosa.

Jesús Miramón dijo...

Hola, Reikiaduo, bienvenido. Ser sencillamente felices no debería impedirnos el ejercicio de la imaginación, ¿no crees?

Un saludo.

Miranda dijo...

Cuando alguna vez me he planteado vivir en otra parte, otra vida, siempre era yo. Es decir, no trabajaría en lo que ahora hago, pero seguiría siendo yo.

Si alguna vez consigo cobrar la pasta que me debe la Administración probablemente me vaya a una casa pequeña con algo de terreno, pero seguiré siendo yo.

Si me hubiera metido a trabajar en un par de sitios que quedaron en el camino hubiera vivido en otra parte; yo.

Lo que en resumen quiero decir es que no hay más cera que la que arde.
El que tiene buen conformar suele gozar de sus "propiedades" con cierta serenidad. El que es capáz de dar timonazos goza de su albedrío con igual intensidad.

Supongo que la carga genética es determinante. Igual que determina el futuro la capacidad de razonamiento. He conocido gente muy sesuda, capáz de formar interminables frases, sujeto verbo predicado complementos, sesudérrimas y que eran absolutamente idiotas a la hora de afrontar su vida emocional.
Y de lo más que he conocido son caracteres infantiles que necesitan la sensación de la novedad, del sentirse "enamorados" o sexualmente flipados para sentirse vivos o con la sensación de cosa vivencial.

En fin, que lo de cellista en un sitio frío mola.
Lo del pastorcillo no tanto, no veas las garrapatas que tienen la ovejas y lo mal que huelen las condenadas, pero lo del cocinero lo firmo mañana mismo.

Beso.

Jesús Miramón dijo...

Hola, Miranda, ahora que lo dices... yo también me veo más de violonchelista o cocinero que de pastor patagón, sí (y sospecho que éstos últimos de "pastorcillos" deben tener bien poco). Por eso era la tercera opción :-)

Portarosa dijo...

De acuerdo contigo, Jesús, como siempre.
"La vida no da un paso atrás", repetía y repetía mi abuelo.

Un abrazo a todos.

(Por cierto, Miranda, acabo de leer un libro divulgativo sobre aspectos sociales de la biología, y en él había varios artículos sobre (contra, más bien) el determinismo biológico. Y me acordé de ti, porque en más de una ocasión te he oído hacer comentarios parecidos a ese que haces de la carga genética. Según el autor de dicho libro, las cosas son bastante más complicadas y variables. :) )

Anónimo dijo...

Miranda ya lo ha explicado muy bien, :-)

Y a propósito de lo mismo, Descartes, en su Discurso del método, añade:

Mi segunda máxima consistía en ser lo más firme y resuelto que pudiese en mis acciones, y no seguir con menos constancia las opiniones más dudosas, una vez que me hubiese determinado a ello, que si hubiesen sido muy seguras, imitando en esto a los viajeros que, habiéndose extraviado en un bosque, no deben errar dando vueltas, ahora por un sitio, ahora por otro, ni menos todavía detenerse en un lugar, sino caminar siempre lo más derechamente que puedan en una misma dirección, sin cambiar ésta por débiles razones, aun cuando en un principio haya sido, quizá, sólo el azar el que los resolvió a elegirla; pues de esta manera, si no van justamente donde deseaban, al menos llegarán a alguna parte, donde verosímilmente estarán mejor que en medio de una selva.

Hola, Jesús, :-) Qué pocas vacaciones nos quedan.

(Qué mal nos llevamos Blogger y yo. Pero qué mal.

Miranda dijo...

Bueno, esto de las opiniones sobre el determinismo es un poco como lo del calentamiento global.
Cada cual arrima el ascua a su sardina según depende.
Si nos cargamos el libre albedrío (no me refiero al concepto religioso) la tenemos parda. Habría que cambiar hasta las leyes y eso tiene miga.
Yo cuando digo todo así con mucha seguridad es por mi forma de ser, que da lo mismo que sepa lo que hago que no, el caso es que mocho.
Pero la realidad es tozuda, mira ahora este año cómo no toca hacer titulares del calentamiento, cualquiera se pone a ello con estas tempestades.
Sobre lo del calentamiento no hay perspectiva suficiente, creo, sobre lo otro me temo que pese a la oposición de algunos (la comunidad homosexual, por ejemplo, que le ha tomado pavor al asunto) cuanto más se investiga el determinismo genético más encaja el puzle.

Ahora bien, que se sea así o asó, no disculpa el empecine que tienen algunos en mal utilizar sus "talentos" y ser pelmas, cabronazos, malos, o tontos con avaricia lo que encima de ser nocivo para ellos mismos fastidia considerablemente a los demás.

Besos varios...

Jesús Miramón dijo...

Hola, Donna :-) Hace días, ay, que se me terminaron las vacaciones. Me alegro de leerte por aquí.

Jesús Miramón dijo...

Yo estoy convencido de que existe cierto determinismo biológico, y se me ocurre que cualquiera que tenga hijos o haya criado animales lo sabe perfectamente: entre los rasgos que heredamos de nuestros padres a veces también está el carácter, algunas predisposiciones emocionales, el modo de interpretar y gestionar la realidad, el sentido del humor, su ausencia, ¡y hasta los andares!

No quiero decir que el esfuerzo y la voluntad no sean importantísimos, por no hablar de las circunstancias sociales y hasta históricas de cada persona, pero todos sabemos que donde uno puede dar más de sí y llegar más lejos es en aquello que se le da bien sin saber exactamente por qué. O sabiéndolo: lo traían sus genes.

Portarosa dijo...

Pero, Jesús, eso no es determinismo biológico, eso es herencia genética.
¡Pues claro que heredamos características físicas, psíquicas, y hasta chorradas!

Pero es que lo que dice el determinismo biológico (y lo que niegan, por tanto, los que lo critican) es que esa herencia "determina", podríamos decir que absolutamente, cómo somos, sin tener tan en cuenta como se debería cosas como la influencia ambiental: cultura, familia, formación, etc.

Un abrazo.

Jesús Miramón dijo...

Portorosa, dices: ¡Pues claro que heredamos características físicas, psíquicas! (...) Pero es que lo que dice el determinismo biológico es que esa herencia "determina" cómo somos...

¿Y acaso no son nuestras características físicas y psíquicas las que nos hacen ser como somos?

Otra cosa es el destino que nos aguarda a cada uno. En la mayoría de los casos estará relacionado con nuestra manera de ser, con nuestras capacidades heredadas, pero es obvio que el azar, la educación, el entorno geográfico y hasta la coyuntura histórica modelarán también con fuerza nuestro futuro. Una guerra, un accidente de tráfico, la imposición familiar de actividades profesionales, la miseria, la riqueza desmedida, la represión religiosa o policial de nuestros instintos más oscuros y peligrosos... todo eso puede invalidar de algún modo la dirección lógica de nuestra manera de ser. La herencia genética no determina qué haremos en nuestra vida, pero sí cómo seremos.

Portarosa dijo...

Bueno, Jesús, yo tampoco soy biólogo, y si seguimos con esto acabaremos metiéndonos en un terreno que no dominamos.
Pero lo que dicen quienes niegan el determinismo (que son mayoría, claro) es, sencillamente, que nuestros genes no sólo no determinan cómo será nuestra vida, sino que ni siquiera determinan cómo seremos. ¿Por qué? Porque nuestra vida, toda nuestra vida, desde antes de nacer, es otro ingrediente, cuya función principal podría decirse que es darle salida y hacer crecer a algunas de esas características genéticas, y ocultar, negar el paso, a otras.

Digamos que nuestra herencia genética determina una serie de cualidades, algunas invariables (grupo sanguíneo, por ejemplo), pero otras sólo "en potencia", sujeta a la influencia de eso, de nuestra vida. Parte de las características físicas y psíquicas pertenecen a este grupo. Así que ni siquiera eso está "determinado".

Al menos esto es lo que yo he entendido al leer sobre el tema (es que justo hace un par de semanas leí un librito sobre biología y sociedad, más o menos, de un profesor gallego), tampoco pondría la mano en el fuego :)

Un abrazo, Jesús.

Luis Rivera dijo...

La pregunta conlleva en sí, y quien se la hace lo sabe, una componente de lo imposible. Es pues un juego para la imaginación. La realidad, y no sé si es un problema, es que pocos se preguntan ¿que es lo que voy a ser ahora que he nacido?

Jesús Miramón dijo...

Algo de eso le decía un poco más arriba a Reikiaduo el otro día: son juegos de la imaginación.

Pero yo tengo una respuesta para esa pregunta: ¿que es lo que voy a ser ahora que he nacido?

Explorador. En una oficina, subido a un barco de pesca en alta mar, en la cárcel, en un convento, bailando claqué, pilotando una nave espacial o educando a párvulos: explorador. Explorador.

Luis Rivera dijo...

Verás, Jesús, es que yop creo que ya eres explorador. Cum laude.