Hoy mis padres cumplían cuarenta y cinco años de casados, y para celebrarlo han invitado a sus dieciséis hijos, hija, nueras, yerno, nietas y nietos a comer. Los homenajeados estaban radiantes, rodeados de la vida que su encuentro había sembrado hace casi medio siglo. Gritaban las niñas pequeñas, charlábamos los adultos, tintineaban los cubiertos y las copas de vino. Sé que soy un hombre afortunado, lo he sabido siempre, y uno de los motivos más poderosos para serlo son ellos: qué privilegio ser su fruto.
sábado, 25 de agosto de 2007
Ser el fruto
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
8 comentarios:
Me alegro mucho Jesús.
Por ellos también.
Que bonito ver tanta gente junta queriéndose.
Un abrazo.
M.
Gracias, Miranda. ¿Sabes por qué han querido celebrarlo ahora, sin esperar a cumplir cincuenta, las bodas de oro "redondas"? Porque dicen que es ahora cuando están bien, y dentro de cinco años quién lo sabe. Ellos saben disfrutar de la vida. No es algo que todo el mundo sepa hacer.
Un beso.
Yo soy de un pueblo no muy alejado de Cascante, de Azagra. Por diversos motivos en mi infancia fui varias veces a Cascante y tengo del pueblo un recuerdo mítico- MI padre tenía allí un magnfíco amigo, Martín, que era albañil, y que le ayudó a levantar nuestra casa.
Posteriormente hice el bachillerato en el Benjamín de Tudela y tuve varios compañeros de Cascante. Buena gente.
¡No sabes la envidia que siento al ver las imágenes!
Bueno, pues ya te he visto mejor. Y no sé bien quién será tu mujer, pero la chica que más sale en las fotos es muy guapa.
Lo que más me gusta: ese brazo de tu padre enganchado al de tu madre, después de 45 años; qué suerte.
Un abrazo.
Hola, Gregorio, sabía (por tu blog) que también eras navarro, pero no imaginaba que fuésemos casi paisanos. No me sorprendería que mi padre conociese al amigo del tuyo, si me acuerdo le preguntaré la próxima vez que le vea. Yo salí del pueblo con muy poquitos años de edad, pero todos los veranos de mi infancia, así como fines de semana y fiestas de guardar, transcurrieron allí. Y, es curioso, a medida que cumplo años siento más cariño por esa ribera del mundo tan fértil y donde, sí, hay muy buena gente (y se come de maravilla, como bien sabes).
Portorosa, esa chica tan guapa (si es la que imagino: pelo largo, la primera a la izquierda junto a su prima en la foto de la derecha y la que asoma en medio y también un poco en otra foto de la izquierda) es P., mi hija de catorce años. Hale, no he podido evitarlo :-)
Un abrazo.
Jesús, deberías ser cuidado con lo de provocar cierta envidia en los demás.
Jo, pues qué guapa. Y tiene cara de inteligente y de buena; en serio, eso me parece.
Un abrazo.
Publicar un comentario