Hoy en el trabajo he atendido a un hombre de cuarenta y ocho años. Tenía la mirada transparente de las personas gravemente enfermas y una preciosa voz de barítono, limpia y sin afectación. Hemos hablado un rato. Él comprendía todo lo que yo le iba diciendo. Durante unos segundos se ha quedado pensando, absorto, muy lejos, el brazo derecho sobre la mesa, el izquierdo sobre su rodilla izquierda, y a continuación se ha encogido de hombros, ha hecho ese gesto universal, ¿qué más podía hacer?
jueves, 26 de febrero de 2009
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2 comentarios:
Seguro que se lo dijiste bien. Tan importante el cómo se hacen las cosas.
Traté de informarle lo mejor posible y con la mayor serenidad, pero son situaciones difíciles.
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