Primeros calores de la temporada. Veintisiete grados en el termómetro del coche al salir del trabajo. Primeros ababoles, tan rojos sobre la cebada crecida. El color verde acaricia mi cerebro mientras las ruedas giran a toda velocidad sobre el asfalto. El aire acondicionado sopla suavemente a través de las rejillas de plástico. Cirros en el cielo azul.
lunes, 26 de abril de 2010
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8 comentarios:
Este año se acerca suavemente (aqui) la primavera y su balsámica bandera, el color verde.
Me encanta¡!¡
Besos**
A mí también me gusta la primavera, más o menos. Bueno, lo confieso: me gustaría más si se prolongase hasta el otoño evitándome las inhumanas y monstruosas temperaturas del verano en estas tierras.
Eso sí, amo el color verde vibrante, pasajero, vivísimo, de los campos de cebada. Besos.
La primavera, aquí, es algo visto y no visto. Días completos agradables en cuanto a temperaturas, pocos. La luz sí que es agradable.
Un abrazo
El alargamiento de los días es fantástico... ¡No corras tanto, Jesús!
Hola, José Luis, es verdad que disfrutamos de una luz muy especial, alta y luminosa. Debe de ser el precio a pagar por el clima extremo. Un abrazo.
No, si yo no corro, Nán, es el mundo a mi alrededor, con sus horas de luz y sus temperaturas y todo lo demás, lo que se precipita a toda velocidad...
¿Amapolas? ¿Cómo que amapolas? ¿No habíamos quedado en ababoles?
Bolo
Bolo, tus deseos son órdenes para mí. Un abrazo.
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