No he escrito nada en un mes, absolutamente nada salvo listas de compra, menús semanales, anotaciones de trabajo, cálculos, teléfonos, recordatorios en mi calendario de sobremesa.
La segunda ola de la pandemia mundial continúa segando vidas en todos los idiomas y latitudes. La mía y la de los míos fluye lentamente de ese modo absurdo en el que suceden las existencias corrientes.
Salgo a tender la ropa de la lavadora al balcón frente al río de minúsculo caudal. El aire trae olor a vegetación húmeda y humo de leña. Es un aroma familiar y al mismo tiempo más antiguo que yo y que mis antepasados. La proximidad del invierno me hace feliz.
sábado, 31 de octubre de 2020
Humo de leña
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3 comentarios:
Me alegra leer de ti.
Un abrazo, Jesús.
Seguimos aquí.
Seguimos. Gracias, Javier, Porto. Seguimos.
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