martes, 7 de junio de 2022

Migas en el bosque

Un nuevo día termina poco a poco. Ya he cenado. Una ensalada de judías verdes francesas, patata, tomate, huevo duro y anchoas. La llamamos "Ensalada del Molí" porque la primera vez que la comimos fue hace treinta años en un restaurante que se llamaba así en un pequeño pueblo de Girona.

Me he servido un whisky con mucho hielo. Hace calor. Ayer por la tarde casi noche salí al exterior, cerca del río, y estoy cubierto de picaduras de mosquito. Nunca he comprendido que a alguien le guste el verano, pero mi mujer es profesora y sólo tiene vacaciones en esa estación. Cuando se jubile nos iremos de vacaciones en marzo, en octubre, y al verano sobreviviremos con el aire acondicionado de casa y mi trabajo.

Estoy muy cansado. Tengo la cabeza llena de voces, de rostros, de preguntas, de problemas, también de alegrías, bebés recien nacidos, jubilados, y viudedades, invalideces, enfermedades y sufrimiento. Soy informador desde hace muchos, muchos años, y creo que, en general, las personas a las que he atendido me respetan e incluso me quieren un poco porque me dejo el alma en ellos, pero empiezo a estar muy cansado. Me acostaré temprano (para mí) y ojalá pueda dormir siete horas seguidas. Es cuanto necesito.

Mi hija me regaló unos cascos maravillosos, que eliminan el ruido exterior. Los utilizo mucho para oír música e incluso sólo para aislarme del exterior. Lo necesito, aunque todavía necesito más darle un abrazo. Ella vive en Noruega y no la hemos visto desde las navidades. Necesito verla y darle uno de mis abrazos de oso cuidadoso -ella es muy delgada y podría hacerle daño.

Leí ayer o antesdeayer que los blogs, estos diarios literarios en la red, están muertos, que no los lee nadie. Lo leí en un blog de una maravillosa autora a quien, por lo que sea, no le caigo bien, pero sus textos me gustan mucho. Yo no sé si están muertos, sé que, de quienes comenzamos, en mi caso en 2004 con "Innisfree", cada vez quedamos menos. Pero ¿qué importancia tiene eso realmente? No me gano la vida escribiendo. Me quité el capricho ganando un premio literario y publicando un minúsculo librito de poemas. Fui jurado de ese premio durante unos pocos años y salí huyendo de toda esa mierda. Si los diarios en la red están muertos o no, si son un ejercicio de narcisismo o un acto de comunión (que es lo que los míos pretenden ser), si algún día una tormenta solar hace desaparecer todos los satélites e internet se va a la mierda, en el fondo, ¿qué más da? No pasa nada, soy un adulto que escribe en internet las cosas que piensa y le suceden, una persona común y corriente que se siente unida a un río de millones de personas como él. Hago mapas en servilletas de bar, nada más. Migas en el bosque.

1 comentario:

Mayte dijo...

Yo te sigo leyendo.