Hoy ha sido el último día de trabajo de mi compañera desde los dieciocho o diecinueve años. Maite se ha jubilado. Más de treinta y cinco años enseñando lengua y literatura española. A mí me emociona porque la amo con toda mi alma, pero a ella no le gusta que hable de estas cosas. Esta tarde voy a traicionarla un poco, y voy a hablar de lo que he sabido de ella "fuera de ella": en mi trabajo he atendido a alumnos suyos que vinieron a solicitar las prestaciones de maternidad y paternidad, he jubilado a padres de los jóvenes a quienes ella dio clase, canté en el coro de Binéfar con compañeras que la conocieron como alumnas en sus clases. Obviamente nadie nunca me habló mal de ella, pero yo sé quién es, cómo ha trabajado siempre, sé reconocer la diferencia entre la verdad y la adulación. Maite Puértolas ha dejado huella, fue una profesora especial, comprometida, generosa y buena, buena en todos los sentidos de la palabra. Se enfadará cuando sepa que he publicado estas palabras, pero me da igual. Son verdad. Ella es verdad. Mi privilegio en este mundo es que ella me ame como yo la amo a ella. Se ha jubilado una profesora. Es mi mujer. Las cosas van viniendo poco a poco. Todo está bien.
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5 comentarios:
Hermosa Maite!!!
Todo un canto de reconocimiento. Ambos debéis confluir en una misma satisfacción de ese balance que el tiempo -y los sentimientos- impone.
No sé quién eres, anónimo (o anónima), pero si; hermosa Maite.
Gracias, Fackel, la vida pasa, los años llegan, y en mi caso casi toda mi vida ha sido con ella, no la concibo sin su amor y su apoyo y su calidad como persona. Con ella me tocó la lotería, por decirlo de alguna manera. Un abrazo.
Que bueno estar feliz con alguien en un mundo que se vive a solas con uno mismo
saludos
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