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sábado, 28 de noviembre de 2009

Después del ensayo

Somos los últimos clientes del Chanti y las camareras nos esperan con aire cansado. Después de pagar salimos a la calle por la que no circula un alma. Hace días que el ayuntamiento instaló la iluminación navideña, que permanece apagada en espera de las fechas festivas. El pueblo aparece desierto. Nuestras voces, a pesar de hablar en voz baja, retumban entre las fachadas. Poco antes cantaban música de siglos pasados, bellas canciones compuestas por personas muertas, música humana y carnal viajando a seiscientos kilómetros por segundo a través del tiempo.

sábado, 24 de octubre de 2009

Después del ensayo

A la una y media de la madrugada llego a casa hambriento pues no he comido nada desde el mediodía. En la mesa de la cocina han dejado para mí algunos restos: dos trozos de pizza de las que preparé ayer para cenar, un cuarto de tortilla de patatas. Como de pie, sin siquiera cambiarme de ropa. Me sirvo una copa de vino sin dejar de masticar. Qué insano placer saciar el apetito en solitario, ajeno a los modales. En pocos minutos el lobo ha terminado con todo. Se sienta en una silla. Está tan cansado.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Después del ensayo

Después del ensayo con el coro vamos a tomar una copa en el Chanti. La terraza del bar está desierta y en su interior sólo hay seis o siete parroquianos. El frío que a mí me hace feliz espanta a la mayoría de la clientela.

sábado, 23 de mayo de 2009

Después del ensayo

Después del ensayo con el coro acudimos al Chanti a tomar una copa. Hablamos de viajes y países, hablamos de perros, de nombres de pájaros, hablamos y hablamos.

sábado, 7 de febrero de 2009

Después del ensayo

Son las dos de la madrugada cuando salimos del Chanti. Dejo a Susana en su casa y conduzco de regreso a la mía a través de calles estrechas. Arriba la luna llena me acompaña, minotauro, en el cielo negro. Subo las escaleras, introduzco la llave en la puerta, entro en el cálido espacio, cuelgo la chaqueta en la percha de la pared, me sirvo un whisky con hielo, abro el cuaderno, escribo estas pocas palabras.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Después del ensayo

A lo que más se parece a veces el ejercicio de la música es al duro trabajo del pico y la pala: repetición y sudor, frustración, paciencia, fe. Primer ensayo de los tres coros que estamos preparando el concierto de navidad con la Orquesta de Cámara de Huesca. Problemas de empaste, típicos cuando se reúnen corales acostumbradas cada una a sus directoras; problemas con la sonoridad de la sala del Palacio de Congresos de Barbastro donde estamos ensayando, cuadrada y de techo muy bajo; problemas con algunas partituras que contienen diferencias entre unos grupos y otros; problemas con los tenores de los tres coros, que definitivamente no tienen su día; etcétera. Sí, yo diría que, en cuanto al ejercicio de la música se refiere, la fe, casi tanto como el pico y la pala, es un elemento absolutamente imprescindible.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Después del ensayo

Ni la poesía
ni el dibujo
ni la fotografía
ni el cine
ni la gastronomía
ni el sexo
ni la religión
ni la investigación
ni el estudio
ni la medicina
ni la arquitectura
ni la paleontología
ni la novela
ni las playas
ni los prados
ni los caminos del campo,

sólo la música,
ella lo consigue.

sábado, 25 de octubre de 2008

Después del ensayo

La navidad comienza muy pronto para los ciudadanos que cantan en un coro: todavía no han guardado las camisas de manga corta cuando ya están entonando Adeste Fideles, Panis Angelicus o White Christmas. En el mío andamos ensayando una misa concierto para el día de Santa Cecilia, patrona de los músicos, y el concierto extraordinario de navidad que este año cantaremos junto a la coral Barbitanya de Barbastro y la coral de Graus, acompañados por la Orquesta de Cámara de Huesca dirigida por Antonio Viñuales. Hay dos o tres piezas nuevas que debemos aprender, algo que me entusiasma porque existen pocas cosas más prodigiosas que asistir al proceso mediante el cual un grupo de personas que desconocían una obra musical la trabajan y estudian y ensayan, bajo la batuta de su directora, hasta hacerla suya, suya para poder compartirla.

Después del ensayo vamos al Chanti a tomar una copa. Bebo un gin-tonic traicionando mi habitual cerveza Voll Damm y el chupito de whisky. Hablamos de religión, de sexo, de internet, de películas, de música. Cuando salimos del bar ha refrescado un poco y subo la cremallera de mi chaqueta de lana. Conduzco de regreso a casa a través de calles estrechas, la luz de los faros del coche iluminando las paredes del laberinto.

sábado, 19 de abril de 2008

Después del ensayo

Después del ensayo vamos al Chanti a tomar unas copas. La noche es desapacible y el calor del bar nos acoge como a náufragos. En mi cabeza suena una y otra vez la melodía que poco antes aprendíamos, una música vital, armoniosa, llena de gracia. Qué poderosa es la memoria, el modo en el que las notas vuelven a sonar, limpias y exactas, en el auditorio de mi cráneo.

sábado, 26 de enero de 2008

Después del ensayo

Cuando voy a pagar me siento un poco culpable al ver a las camareras del Chanti apoyadas en la barra con gesto cansado y aburrido, esperando. Les pido disculpas por cerrar el bar un viernes más y ellas, que ya nos conocen después de tantos años, me sonríen y me dicen que no pasa nada. Claro, qué van a decir.

Antes de ese instante hemos estado charlando sobre esto y sobre lo otro, sobre la necesidad o no de los viajes de estudios en los institutos, sobre nuestra dependencia actual de la tecnología, sobre si el oído musical es algo con lo que se nace o se puede aprender, sobre la dificultad del repertorio que estamos preparando.

Y antes estábamos cantando en el local de ensayo: todos juntos, por cuerdas, ahora sólo mujeres, ahora hombres, ahora tenores y contraltos, ahora bajos y tenores, ahora sopranos y contraltos repitiendo los nuevos pentagramas una y otra vez hasta aprenderlos y hacerlos nuestros.

Y antes me ponía la chaqueta y el abrigo delante de la puerta de mi casa, me despedía de mi familia, bajaba las escaleras de dos en dos, salía a la calle con las carpetas debajo del brazo y me dirigía a cantar, a cantar.

sábado, 17 de noviembre de 2007

Después del ensayo

Después del ensayo dos amigas y yo nos dirigimos a la pizzería Di Marco a tomar una copa (el Chanti está cerrado por vacaciones). Hablamos del coro, de música, hablamos de nuestros trabajos, de nuestras vidas. Cuando salimos a la calle hace un frío seco y cristalino. Mientras regreso a casa el termómetro del coche señala cuatro grados bajo cero.

sábado, 11 de agosto de 2007

Después del ensayo

Después del ensayo del coro unos pocos fuimos al bar a tomar unas copas. Hablamos de esto y de lo otro hasta casi las dos de la mañana. Luego, mientras regresaba a casa, recordé las Perseidas, las lágrimas de San Lorenzo. Detuve el coche y salí al espacio exterior. La luz de la colonia humana contaminaba el cielo nocturno impidiendo la observación de los meteoros, pero así y todo aquella oscuridad tachonada de algunas estrellas me impresionó hasta el punto de hacerme creer que todo era cierto, absolutamente cierto. Desde el principio hasta el fin.

sábado, 9 de junio de 2007

Después del ensayo

Cuando salimos del Chanti todavía hay gente en la terraza tomando una copa. Con la llegada del buen tiempo los viernes se han hecho más largos y los camareros se miran unos a otros con una resignación no exenta de cierto atisbo de rebelión.

Esta noche nos hemos reunido tres en el bar: yo y dos de las amigas que más quiero en el coro. Hemos hablado de música, de las nuevas piezas que estamos ensayando. Qué agradable resulta estar con personas interesantes, solamente eso, estar a su lado charlando despreocupadamente entre sorbo y sorbo, riendo a ratos, tarareando algo, siendo generosos y siendo también mordaces sobre esto y aquello, siendo un poco buenos y un poco malos, ondulantes algas mecidas por la corriente de nuestra naturaleza.