Hablé por teléfono con mi hijo el otro día. Sus prácticas de fin de grado en Italia finalizan en dos semanas y me comentó lo mucho que iba a dolerle despedirse de quienes han sido sus compañeros de trabajo durante tres meses. Yo le dije que la vida, entre otras cosas, es una continua sucesión de bienvenidas y despedidas.
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Esta mañana decidí de pronto, no sé por qué, afeitarme la barba. Me la dejé en agosto de dos mil diez, durante nuestro viaje a Irlanda. Una mujer marroquí que suele venir por la agencia me dijo que estaba mejor así: «más joven», afirmó. Por tonto que parezca me sentí halagado.
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Siento que a medida que internet crece y crece, más pequeño se hace para mí: cada vez leo a menos personas y nunca me he sentido cómodo en las redes sociales, que me perturban con su cháchara y su ruido. De acuerdo, lo reconozco, siempre supe que acabaría siendo un cascarrabias, pero incluso yo soy capaz de darme cuenta de que seguramente todavía es demasiado pronto para ello.
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El calor ha llegado, como cada año, ajeno a esta época histórica e incluso nuestra mera existencia como especie. También los vencejos que cada tarde hacen acrobacias en el cielo sobre los edificios del barrio donde vivo.
jueves, 4 de junio de 2015
Bienvenidas y despedidas y bienvenidas
viernes, 29 de mayo de 2015
Capuchino
Dos biscotes integrales con jamón de york y un capuchino de Tassimo. La luz de la calle es pálida. La radio habla todavía de las consecuencias del bonito resultado de las últimas elecciones en España. La sangre fluye en el interior de mi cuerpo desde los pies hasta la última neurona de mi cerebro. Estoy listo para volver a empezar.
jueves, 28 de mayo de 2015
Cincuenta y dos
Los campos que hace unos días eran verdes, tan verdes que me hacían sentir un viajero recién llegado a este mundo, ahora son amarillos. No temo al futuro: serán dorados antes de la cosecha.
martes, 14 de abril de 2015
A pesar de la muerte
Hay un verderol muerto en la acera, su cuerpecillo intacto boca arriba con las membranas de los ojos cerradas casi dulcemente. Me detengo para hacerle una fotografía pero me arrepiento de la idea y vuelvo a guardar el teléfono móvil en el bolsillo: no quiero profanar este instante anónimo, pequeño, único. Continúo mi camino rumbo al trabajo. La mañana, a pesar de la muerte, es luminosa y promisoria.
jueves, 9 de abril de 2015
Terrenales
Después de una larga conversación telefónica con Elvira me siento en una silla -soy de los que sólo saben hablar por teléfono de pie, caminando de un lado a otro de la casa- y doy gracias a internet y al día en el que se me ocurrió la idea de escribir este blog, pues sin él jamás la hubiera conocido.
Al otro lado de esta pantalla hay personas con voces potentes y llenas de vida, amigas terrenales que de improviso te ayudan a comprender muchas cosas. Hallazgos, tesoros, que nunca imaginé.
sábado, 4 de abril de 2015
Las primeras lagartijas
Mi mujer y yo caminamos junto al canal de hormigón armado. El agua clara y dulce fluye ausente de cualquier forma de vida visible, pero en el cielo sin nubes planea un águila y en las arboledas los pequeños pajarillos que tanto nos gustan cantan incansables buscando pareja. El romero, el tomillo y las aliagas están en flor. Las primeras lagartijas huyen rápidamente ante nuestra sombra.
viernes, 3 de abril de 2015
Colmenas
Levanto la cabeza y miro las paredes de mi casa, tan firmes como las de cualquier otra colmena de mi época. Viajo hacia el futuro y juego a imaginar los restos arqueológicos de todo lo que me rodea, los restos de esta ciudad, los restos de este mundo.
viernes, 27 de marzo de 2015
Contra todo pronóstico
El ruido del camión de la basura vaciando los contenedores en la calle. El acúfeno agudo que me acompaña intermitentemente desde el primer ataque de ansiedad. El tic-tac del reloj en la cocina. ¿Ya nunca conoceré el silencio verdadero? ¿Cómo es posible que lo haya olvidado de un modo tan definitivo?
Anoche soñé que caía accidentalmente desde el muelle de un puerto pesquero y me hundía cada vez más y más profundamente en las aguas oscuras y sucias de gasóleo y desperdicios. Antes de morir ahogado desperté y fui al cuarto de baño a mear. Luego bebí un vaso de agua en la cocina alumbrada por la luz de las farolas de la acera. Eran las cuatro de la madrugada. Regresé a la cama y, contra todo pronóstico, volví a dormir hasta que sonó el despertador.
miércoles, 25 de marzo de 2015
Y absurdo
Ayer a las siete menos diez de la mañana mi hijo Carlos, de diecisiete años, se alejaba de Barbastro en autobús rumbo a Barcelona, de donde partía su vuelo a Pisa, Italia, país en el que va a vivir durante tres meses realizando las prácticas del final de su grado medio de agente forestal.
Alguien en el trabajo comentó, hacia las doce o doce y media, que un avión con salida desde Barcelona se había estrellado en los Alpes franceses. Mi hijo no podía viajar en él porque a esas horas su vuelo todavía no había despegado, pero antes de caer en ello mi cuerpo sufrió un vuelco, un súbito retorcimiento de tripas, un dolor perplejo del que me costó muchas horas recuperarme.
Otros hijos de otros padres murieron ayer por la mañana, y durante unos segundos, al conocer la noticia, antes del mezquino alivio de saber que el mío no era uno de ellos, sentí todo su dolor descomunal, el golpe frontal, la negación inicial, la desesperación de estar viviendo una pesadilla convertida abruptamente en realidad.
Ha pasado un día y una vez más trato de frenar mi imaginación, inútil y estéril en estas circunstancias. Mientras escribo estas palabras desde la seguridad de un presente más frágil de lo que seguramente estamos dispuestos a aceptar, familias destrozadas por el dolor viajan hacia las montañas donde se estrelló el avión.
Qué sólido mundo, y absurdo.
lunes, 23 de marzo de 2015
Sin título
A menudo yo también,
como tú, maldigo
la imaginación, porque
la lluvia es sólo lluvia
y nada más, igual que
el tiempo es solamente
esta velocidad que
nos precipita y
nada más.