El día termina poco a poco, lentamente. El cansancio se hace presente y me empuja al olvido bajo el agradable peso de la ropa de la cama. Ya es de noche. Un día más, me digo a mí mismo. Puedo escuchar aún todas las voces que he atendido hoy al otro lado de mi mesa de trabajo. El viento trae el aire frío de las montañas donde hay nieve. Los árboles de la acera siguen desnudos (ninguno es un almendro). Los gorriones me llenan de ternura. (Y las nubes)
domingo, 18 de febrero de 2024
Presente continuo
Todos los almendros han florecido a principios de febrero. Ellos, esos árboles que viven el presente continuo, ignoran si dentro de unas semanas hará mucho frío, seguirá haciendo calor, helará o, quien sabe, tal vez caiga una capa de nieve. Yo, mientras camino dejándolos atrás junto a mi mujer, les envidio por su belleza y por su relación con el presente, el sol, la lluvia, sin que exista nada más: ni pasado ni futuro: sólo ahora.
jueves, 8 de febrero de 2024
Y mañana
A menudo, sobre todo antes de acostarme como va a suceder ahora, siento que la vida es algo que creamos con nuestra modesta respiración acompasada, con lo que vemos, con lo que nos sucede sin importancia y con ella; siento que la vida es lo que sentimos como nuestro suceso y no como otra cosa, o acaso, si somos capaces, como los sucesos de los demás. La vida es algo muy raro, algo extraordinario, algo que desde algún momento en nuestro pasado remoto tratamos de expresar y comprender. Y, a la vez, es tan sencilla. La vibración de una cuerda. Esta absurda confianza en que dentro de unos minutos cerraré los ojos y mañana despertaré en el mismo lugar.
lunes, 29 de enero de 2024
Y sueño
Buceo en aguas turbias, rodeado de raíces de árboles. Sé que estoy soñando porque puedo respirar. Adivino la selva virginal que existe allí arriba y escucho los sonidos del sonar de los delfines rosados casi ciegos. Todo está bien. No conozco el pasado, no conozco el futuro. No sé si soy una anaconda o la cría diminuta de un pez, y sueño.
viernes, 19 de enero de 2024
La tranquilidad
Cuando somos jóvenes pensamos que la vida siempre sucederá de ese modo ferviente, apasionado, intenso, sin límites. Y así deben pensar las personas jóvenes, son el combustible del futuro: fuerza, energía, utopías, esperanza, sueños. No es que todo eso desaparezca al hacernos mayores, yo cumpliré en mayo sesenta y un años y conservo todo eso en mi corazón, pero ahora valoro algo que para mí tiene un valor casi divino: la tranquilidad. El amor de mi familia y mis amigos, y la tranquilidad.
lunes, 15 de enero de 2024
Su afán
Pienso en el mundo actual, con sus guerras, sus pandemias, sus diferencias sociales, y caigo en la cuenta de que no debería pensar que el mundo entero es así. Ni la edad media era oscura ni la edad moderna luz. Millones de personas fueron felices en la edad media y millones de personas no lo han sido en la edad moderna: las guerras antiguas fueron crueles y algunas duraron cien años, quemaban a personas vivas en hogueras, torturaban, asesinaban, pero hubo niños que crecieron felices en aquel tiempo, que sintieron el amor y lo propagaron sin estridencias en sus aldeas y regiones a salvo. En nuestra naturaleza está clasificar las cosas, nuestro lenguaje inventó los adjetivos, pero la vida es algo más complejo, diverso, inmenso e infinitamente más diminuto al mismo tiempo. Cada existencia tuvo su afán.
miércoles, 10 de enero de 2024
La nieve limpia nuestros pecados
Hoy ha nevado a pocos kilómetros de Barbastro. La nieve limpia nuestros pecados, escribí en El sueño del erizo. Y luego se derrite. Amo el frío. Cada día anochece un poco más tarde. Todo cambia una vez más, un año más, una estación más. He decidido no pensar en el futuro. Es algo que no existe jamás.
martes, 9 de enero de 2024
Sin sentir nada
El cansancio se parece a la ternura en el dejarse ir, en abandonarse. Yo me abandono, cierro los ojos y la noche me lleva río abajo sin sentir frío ni calor, sin sentir nada.
lunes, 8 de enero de 2024
Seré el viejo más cascarrabias
He sobrevivido a otra navidad. Mi navidad número sesenta en este pequeño planeta que creó un dios inventado en seis días (porque al séptimo descansó). Quienes me conocen, en primer lugar mi mujer y mis hijos, además de mis hermanos y hermana, saben que odio algo tan espectacular, tan luminoso. Pero ya pasó. Ya no hay más. Regresan las madrugadas y los coches aparcados en la acera con los cristales congelados yendo a trabajar en noche cerrada. Regresa la alegría, la apatía o la tristeza de los días normales. Yo amo los días normales, incluso cuando voy a trabajar de noche y, como esta mañana, hay dos grados bajo cero. Amo el cielo helado que refleja la luz del sol antes del amanecer, y también la huella de los aviones allí arriba. Para mí, lo mejor de la navidad es que comienza y termina. Oh, señor, seré el viejo más cascarrabias del mundo pasado mañana, o mañana, o ahora.
sábado, 6 de enero de 2024
Se parece mucho a un corazón
Día de reyes magos. Mi padre me ha regalado un trozo del roscón con nata que mi hermano Javier le regaló a él. Hemos paseado con los yayos en una Zaragoza soleada pero ventosa y fría. Todavía no he puesto interés en ninguna de mis intenciones para este año que ya ha comenzado, no sé si alguna vez lo haré. Mi alma palpita y siente en su oscuridad caliente. Se parece mucho a un corazón.