Hace unos días me encontré con un antiguo compañero de trabajo en una gran superficie de material deportivo de Lérida. Habían pasado ocho o nueve años desde la última vez que nos habíamos visto, pero creo que nos alegramos sinceramente de vernos, esas cosas se notan. Charlamos durante unos minutos sobre esto y aquello, la familia, el trabajo, la vida, y nos despedimos dándonos la mano y deseándonos lo mejor para el futuro.
Mientras C. se probaba distintos modelos de botas de fútbol me dio por pensar en tanta gente perdida, tantas personas que en algún momento de mi experiencia compartieron conmigo la suya para después desaparecer tragados por mudanzas, pereza, desencuentros o simple decepción. En mi mente resucitaron durante unos segundos docenas de rostros y voces que regresaban desde los más remotos días de mi infancia. Qué habría sido de ellos. ¿Me arrepentía de algo? Desde luego que sí, no me siento orgulloso absolutamente de todo lo que he hecho, pero ¿navegar no es acaso dejar atrás el horizonte? ¿no es llegar y marcharse?
“¿Te gustan estas, papá?", me preguntó C. mostrándome unas botas rojas. “Son muy bonitas”, le contesté, recordando que las anteriores eran azules. “Me las quedo, ¿vale?”. “Vale”. Con la caja bajo el brazo nos pusimos en pie y nos alejamos de allí.
jueves, 26 de abril de 2007
Unas botas rojas
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Mis primeras botas de fútbol fueron las mejores. Corrían por delante de mí unos centímetros que yo rellenaba con algodón pero fueron las mejores.
Ahora recuerdo nítidamente el primer partido de fútbol, en campo grande, que jugué con esas botas. Fue en el colegio Marianistas. Tenían un campo buenísimo de hierba y era gigante, o así me lo parecía.
Todos nosotros estábamos muy lejos los unos de los otros. Y me veo, con mis botas de futbolista negras con dos líneas blancas paralelas desde los cordones a la suela, me veo muy lejos. Con mis botas de futbolista.
Un besazo
Que gusto encontrarte de nuevo.
Hola, Luis, y el mío de que así haya sido.
Recuerdo aquellos partidos, C., incluso creo recordar aquellas botas negras. Y me acuerdo perfectamente de ti a la edad de mi otro C. (y todavía más pequeño) corriendo por la banda con el rostro enrojecido por el esfuerzo. Aquellas mañanas de fin de semana. El papá asistiendo a los partidos sin soltar una sola palabrota.
Cuánto me ha gustado tu comentario, querido hermanito. Un beso.
Publicar un comentario