Cuando regresaba de depositar la basura en los contenedores me crucé con una chica de pelo corto. Ella caminaba mirando el suelo de la acera y sonriendo. Calzaba zapatillas deportivas de color blanco. Los vencejos chillaban en el aire de la calle. La joven desconocida pasó a mi lado sonriendo para sí misma, ajena al mundo, y eso fue todo.
martes, 22 de mayo de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Uff!!! Qué sencillez y qué preciosidad de estampa. Me encanta. Gracias y saludo desde el púlsar.
Gracias a ti, Hipatia, eres muy amable :-)
Muy hermoso. Estoy disfrutando de un paseo por algunas de tus antiguas entradas. De vez en cuando lo hago.
Un beso
Gracias, Elvira. ¿Sabes que los vencejos ya se han ido? Debió ser hace cuatro o cinco días. Tal vez ya hayan llegado a las grandes llanuras de África. El año que viene volverán al mismo nido de nuestro alero.
Un beso.
Publicar un comentario