Conozco a mucha gente pero, si lo pienso bien, tampoco es tanta. Tengo poquísimos amigos, uno o dos en realidad. Cada día pasan ante mí rostros y miradas que nunca volveré a ver, historias que a veces se quedan prendidas en mis ramas hasta que el viento de la velocidad las arrastra. Sombras. Todavía hay nieve en las montañas, al final de la carretera.
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