Anoche cenamos en un restaurante de Zaragoza, un sitio muy bonito al lado del río y frente a la basílica del Pilar. Habíamos acudido allí invitados por una amiga que se casó el viernes. Mi mujer y ella son íntimas desde que tenían siete años. Siempre me han llamado la atención estas amistades de toda la vida porque yo no guardo ninguna tan lejana. La novia estaba radiante, feliz, y me emocionó mucho volver a verla. Fue una cena un tanto especial porque nos habíamos reunido por un lado los amigos de la novia y por el otro los del novio, sin conocernos previamente, pero el ambiente fue estupendo (no negaré que, además del cariño fluyendo de aquí para allá y de allá para aquí, probablemente tuviese algo que ver la noticia que anunciaba que España se había clasificado para las semifinales del campeonato del mundo de fútbol). Comimos muy bien y después de los postres y el café subimos a la terraza del local, un lugar que ofrecía unas vistas absolutamente espectaculares del río y la basílica. Allí tomamos unas copas y charlamos a la fresca que una oportuna tormenta de verano, caída mientras cenábamos, nos había dejado como último regalo.
domingo, 4 de julio de 2010
Una cena en Zaragoza
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
10 comentarios:
¿Pero entonces era el día siguiente a la boda? No sé si he entendido bien. Es que me resulta muy raro; ¿es algo habitual, ahí?
Un abrazo.
(Qué bien se está cuando se está bien, ¿verdad?)
Sí, era al día siguiente. El día de la boda lo celebraron con sus familias y al día siguiente con los amigos. No sé si es algo habitual pero es que nada de lo que rodeaba a esta boda lo era. Un abrazo, Portorosa.
Una idea original la de celebrar con los amigos y la familia por separado. Me gusta.
Un beso
Me ha encantado leer sobre costumbres diferentes y las imagenes se ven hermosas. Saludos desde El Caribe...
La amistad y el verano (ya sé, ya sé, esto último no es lo tuyo, pero seguro que por una vez dejas que me explaye con mi momento vital por excelencia) nos regalan momentos muy especiales y, por descontado, gozosos.
Yo, como tú y tu mujer en Zaragoza, lo he notado estos días pasados en Marrakech, junto a mi marido y nuestros amigos queridos que viven allá. Lástima que no pueda 'regalarte' una foto hermosa de la caída de la tarde...
De nuevo en casa, asomar a tu ventana me lo reconfirma. Se está bien.
Hola, Añil, a mí también me gusta porque creo que suelen ser ámbitos diferentes, ¿verdad? Un beso.
Bienvenida, Hares, aunque en realidad debo pedir disculpas por las imágenes, que se hicieron con un móvil de noche y sin flash (con la calidad correspondiente). Saludos desde España.
Hola, Estrella, me encantan, cuando refrescan, las noches de verano al aire libre en buena compañía y me gusta el verano si estoy en el Norte: en Asturias, en Normandía o -eso espero- en Irlanda, porque lo que a mí me mata es el calor, bien lo saben quienes me conocen y me sufren en estas fechas.
Me parece maravilloso que a ti te guste el verano, te deseo lo mejor para el que ha comenzado, que lo disfrutes mucho y sea fuente de buenos recuerdos.
Jesús: yo tampoco conservo ningún amigo de "entonces". Eso produce un vacío, o eso es lo que pienso.
Las relaciones de larga duración son un precioso instrumento para averiguar qué ha sido de nuestras vidas, qué hemos hecho con ellas.
Publicar un comentario