Epolenep, hice la fotografía el pasado miércoles por la mañana. En ese punto del Somontano había una niebla mucho menos cerrada que en Binéfar, de donde venía. Todo el campo estaba helado. El termómetro del coche marcaba tres grados bajo cero. Aparqué en el arcén de la carretera junto a los viñedos de la bodega Irius y bajé por el terraplén hasta las cepas. Caminé un rato entre ellas. La rala hierba de invierno crujía bajo mis botas. De mi boca emergía el humo de mi alma en cada aliento. Supe de nuevo, como tantas otras veces, que amo el frío.
Así mismo es, pero sé cómo hacer para disfrutar de la belleza del frío y no sufrir, jajaja... Las camisetas térmicas son lo mejor de lo mejor, lo he podido comprobar estos días pasados, en La Rioja, paseando por la noche, antes de acostarnos, a 3 grados bajo cero. Para que tú veas!!! Un beso, Jesús.
Verso 11.672 de la Ilíada. Homero. Siglo VIII a. C.
Criaturas de un día
Somos todos criaturas de un día; tanto el que recuerda como el recordado. Todo es efímero: tanto la memoria como el objeto de la memoria. Está por llegar el momento en el que habrás olvidado todo y está por llegar el momento en el que todos se habrán olvidado de ti. Piensa siempre que pronto no serás nadie y no estarás en ningún lado.
El mundo ordinario no existe para mí. Cuanto más sabemos de él, tanto más enigmático se torna, y la vida que en él existe se nos revela como una extraordinaria anomalía cósmica. Un árbol que crece y el murmullo de sus hojas: con eso tengo más que suficiente.
7 comentarios:
Como mola el Somontano, y el Sobrarbe y el...como mola Huesca.
Qué bello, maravilloso.
¡Totalmente de acuerdo, Aldeano!
Epolenep, hice la fotografía el pasado miércoles por la mañana. En ese punto del Somontano había una niebla mucho menos cerrada que en Binéfar, de donde venía. Todo el campo estaba helado. El termómetro del coche marcaba tres grados bajo cero. Aparqué en el arcén de la carretera junto a los viñedos de la bodega Irius y bajé por el terraplén hasta las cepas. Caminé un rato entre ellas. La rala hierba de invierno crujía bajo mis botas. De mi boca emergía el humo de mi alma en cada aliento. Supe de nuevo, como tantas otras veces, que amo el frío.
Es un momento bellísimo. Y la foto, también...
Ah, pero tú, amante del calor y el sol, te hubieras congelado como un pajarillo.
:-)
Así mismo es, pero sé cómo hacer para disfrutar de la belleza del frío y no sufrir, jajaja... Las camisetas térmicas son lo mejor de lo mejor, lo he podido comprobar estos días pasados, en La Rioja, paseando por la noche, antes de acostarnos, a 3 grados bajo cero. Para que tú veas!!!
Un beso, Jesús.
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