Conduzco hasta la estación de autobuses.
Otras personas esperan
en el interior de sus vehículos
a alguien que llegará desde Barcelona.
Esta cálida noche de octubre
nos iguala a todos. Ella tenía razón,
no podemos detener
el agua del río
con nuestras manos desnudas.
viernes, 12 de octubre de 2012
El agua del río
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11 comentarios:
Otra vez, me encanta la última frase. Lo interesante es que sin las primeras tres frases no tendría su 'carga', su tensión, su significado sólo definido en parte, que lo hace más fuerte. De niño me gustaba parar el corriente cerca de nuestra casa construyendeo una barrera de tierra de pasto, ver subir el nivel del agua hasta que sobrepasara la barrera y ver como el corriente de poco a poco quebraba la barrera y retomaba su curso.
Dentro de cada niño hay un ingeniero. En la playa de mis vacaciones de verano hacíamos agujeros para ver cómo el mar los llenaba de agua hasta deshacerlos.
Me gusta mucho el texto y también el comentario de Giovanni. Pero si tuviera que quedarme con una frase, sería esta: "Esta cálida noche de octubre nos iguala a todos."
Besos
Me gusta que te guste. Un beso, Elvira.
Imposible. Creo que ni siquiera uniendo todas las manos.
Ese ingeniero que todos los niños llevamos dentro, si algún día se hace mayor, tienen poco que ver el uno con el otro. Por lo menos en la práctica.
Abrazos.
Interesantes palabras, un saludo y felicidades por el blog.
Pues fíjate, Paco, que yo pienso, más aún, estoy convencido de que ese ingeniero no muere nunca, nunca deja de acompañarnos. Soy de los que creen que siempre somos aquel niño, que nos morimos siendo él.
Muchas gracias, Jesús, y bienvenido al blog.
Los niños somos ingenieros de catástrofes.
(Urp! Se me lanzó el comentario a medias.)
Los hombres tiernos, como tú, creáis ámbitos que duran tanto como el aguacero.
(ahora ya está completo)
Huy, Nán, no sé si soy tan tierno como crees pero que tú lo pienses me hace sentirme bien. Un abrazo.
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