No tengo mucho que escribir. Cociné alcachofas al horno. La noche pasada llovió abundantemente, eso me dijo mi compañera porque yo no me enteré de nada: duermo como un tronco en toda la expresión de la palabra.
Siento una felicidad tranquila, de pocos quilates, asequible a mi imaginación.
Acaso sea sencillamente cansancio. La felicidad y el cansancio se parecen mucho.
Es domingo por la noche. Cerraré los ojos y viajaré muy lejos.
domingo, 8 de abril de 2018
Muy lejos
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4 comentarios:
¿Cómo haces las alcachofas al horno? Es que me encantan.
A ver: las limpio bien (truco: corta los extremos con el cuchillo de cortar el pan, nunca con un cuchillo normal porque lo desafila, y el resto con una buena puntilla), las corto en dos -con el rabo incluido, por supuesto- y las dispongo en una bandeja boca arriba. Sal, aceite y cuarenta o cincuenta minutos a 200 grados. Bueno, esto de los hornos es muy personal, cada uno es distinto. Cada veinte minutos sacas la bandeja y las pinchas para saber si ya están tiernas. Receta más natural y fácil no hay.
Están muy buenas en su soledad pero también con un poco de romesco o incluso un alioli ligero, ya fuera del horno.
Yo también soy un fanático de las alcachofas. Una de mis recetas habituales, muy común en Navarra, de donde provengo, la aprendí de mi madre. Cueces las alcachofas y después las añades a una salsa verde donde has abierto unas almejas.
Otra que aprendí en Lérida es hacerlas fritas en aceite añadiendo al final un poquito de agua y tapando la sartén para que se acaben de cocer y no salgan tiesas. Si a esta receta le añades al presentarlas unas yescas de foie o incluso de paté bueno, el plato es de reyes.
Vale, me gusta cocinar.
¡Ah, y yo siempre limpio las alcachofas con guantes de látex! Eso también es importante porque sus restos en la piel de los dedos y manos son difíciles de sacar.
Ummmm qué buenas. Las haré algún día antes de que acabe la temporada. ¡Gracias!
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