domingo, 31 de diciembre de 2023

Todas las noches son viejas

De madrugada, a las seis de la mañana, llevaba a mi hija a Barcelona a través de la noche cerrada. La autopista estaba desierta y las luces interiores del coche parecían las de una pequeña nave espacial. Hablábamos y hablábamos. Luego comenzó a amanecer, creo que a la altura de Tarragona: un espectaculo no por cotidiano más inconcebible.

Ahora ya está en Bergen, junto a su pareja. Yo estoy cansado pero feliz porque mi niña de treinta y un años haya llegado a su destino. Dos mil veintitrés termina. Maite está saliendo de una gripe que la ha dejado debilitada, así que no creo que haya noche vieja. Pero todas las noches son viejas como todas las madrugadas, como la de hoy saliendo de Zaragoza rumbo al aeropuerto de Barcelona, son nuevas, vírgenes, páginas en blanco.

Mañana comenzará un nuevo año en nuestro calendario, en nuestra cultura, en la religión mayoritaria de este país, en nuestro hemisferio. Dormiremos igual de bien o de mal, cada noche seguiremos despertando a otros mundos y lugares.

Ya no hago buenos propósitos al comenzar dos mil veinticuatro, tengo alguna que otra intención, pero ninguna expectativa. No sé qué sucederá. Sólo deseo tranquilidad.

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