viernes, 21 de marzo de 2025

Tambores

Escucho los tambores de Semana Santa, son rítmicos, incansables, machacones. Están ensayando en algún lugar no muy lejos de mi casa de Barbastro. Leí en alguna parte que la tradición de hacer sonar bombos y tambores en recuerdo de la muerte de Cristo era un remedo del terremoto y las tormentas y truenos y relámpagos que se precipitaron sobre Jerusalen cuando Jesús exhaló su último suspiro en la cruz. Me pregunto si cuando resucitó respiraba, tal vez no lo hacía pues había muerto. Pero le habló a María Magdalena y al incrédulo Tomás, y el sonido de la voz sucede cuando el aire de los pulmones agita las cuerdas vocales, así que evidentemente sí, respiraba y, por tanto, los tambores que ahora escucho no rinden memoria al último suspiro del hijo de Dios sino al penúltimo. Sí, de vez en cuando me enredo en este tipo de pensamientos absurdos. Dejar fluir libremente el pensamiento es agradable cuando el día se acerca a su fin.

Los campos que circundan esta pequeña ciudad no admiten más agua tras las lluvias incesantes de las últimas semanas. Incluso yo suspiro por un poco de sol y de calor. Por la tarde escampó y por eso ahora ensayan las cofradías en algún solar al otro lado del río Vero. El redoble de sus tambores no cesa, como no cesaba la lluvia antes que ellos. La hierba crece y crece por todas partes.

Sin comentarios