sábado, 28 de marzo de 2009
viernes, 27 de marzo de 2009
Vigesimoséptimo dia
Escribir cada día así, de este modo, sin intención de crear una historia o un libro, escribir por escribir, escribir para compartir, para caminar, escribir, por ejemplo, tengo lumbago y titilan, cercanas, las luces de la manta eléctrica, escribir que nunca me encontraré pues avanzo siempre escapándome de mí, escribir que llueve y que no llueve, que me he despertado, que me voy a dormir, que me he despertado, escribir cada día así, de este modo, mantra, letanía, ceniza de volcán, estratos geológicos, anillos de un árbol.
jueves, 26 de marzo de 2009
Vigesimosexto día
Oh tú que el corazón me robas cuando me miras,
no me deja tu amor ni paciencia ni vida;
no me preguntes hoy si sufren mis entrañas,
¡ojalá la pasión y la ausencia no hubiesen sido creadas!
No he probado el amor por gusto mío esta segunda vez
sino que se cumplió el destino y sucedió por azar.
En mis tribulaciones soy causa de mi ruina,
como la mariposa que ama el fuego y se quema.
Ten compasión de mí, que el alma tengo rota,
y mírame, pues ya he entregado el espíritu.
Ibn Sahl de Sevilla
(Muerto en 649 de la hégira = 1251 d.J.C.).
Versión de Teresa Garulo.
Locus amoenus, Galaxia Gutenberg, 2009.
Anotado por Jesús Miramón a las 20:19 | Nombres propios
miércoles, 25 de marzo de 2009
Vigesimoquinto día
Un amigo me envía una fotografía de la antigua sala de cine "Innisfree" de San Rafael, en Segovia, cerrada desde hace algunos años. Me ha emocionado que un hombre a quien no conozco personalmente se acordase de mí en un lugar en el que no he estado nunca. Sucesos mágicos de internet y de Innisfree.
martes, 24 de marzo de 2009
Vigesimocuarto día
Las gacelas dejaron de pastar e irguieron sus cuellos, las nerviosas orejas orientadas hacia nosotros mientras cruzábamos el río. Decidieron que estábamos demasiado lejos para suponer una amenaza y volvieron a comer balanceando sus rabos de un lado a otro. Mi padre me empujó suavemente, me dijo: "Vamos, no te quedes parado, el agua es peligrosa, vamos, vamos".
Mi gente temía a los ríos, los temía aunque su cauce apenas alcanzase mis pequeñas rodillas, los temía porque en ellos habitaban oscuros monstruos de inmensos dientes blancos, sinuosas serpientes de ojos fríos, los temía porque en sus riberas solían ocultarse tigres, leopardos, hienas ladronas de niños.
Cuando alcanzábamos la playa de la orilla opuesta comenzó a llover débilmente. Mi tía mayor alzó el brazo para que nos detuviésemos a descansar un momento. Columbró el horizonte que se extendía más allá de las colinas, observó el tamaño y dirección del humo de los lejanos volcanes, cantó una oración y decidió el rumbo que debíamos seguir. Al alejarnos de allí volví la cabeza un momento y reí al ver las huellas que habíamos dejado en el barro. Yo era un niño entonces, hace un millón y medio de años.
lunes, 23 de marzo de 2009
Vigesimotercer día
Las cinco estaciones son las siguientes, a saber: primavera, verano, otoño, invierno y primavera.
domingo, 22 de marzo de 2009
Vigesimosegundo día
Duermo la siesta del domingo con una manta eléctrica en los riñones, la cabeza apoyada en la almohada contra el cabecero de la cama mientras el calor cura el dolor de un mal gesto que hice ayer. Cuando despierto la casa está en absoluto silencio. Me levanto y descubro a Maite trabajando en su mesa, me dice que los chicos se han ido a casa de sus amigos, me pregunta si me encuentro mejor, le digo que sí, le digo que la manta eléctrica es un invento maravilloso. Ella vuelve a sus papeles y yo subo a la buhardilla. La luz naranja de las seis y cuarto de la tarde atraviesa el cristal de la terraza inundando la estancia. Pienso en colonias marcianas.
sábado, 21 de marzo de 2009
Vigesimoprimer día
La globalización ha llegado a la gastronomía y hoy estamos aquí, en el huerto de mis padres, en plena ribera de Navarra, preparando a la brasa de sarmientos los trescientos calçots que Gustavo le ha comprado a un compañero de trabajo catalán que los cultiva. Luego llegarán el cordero, la panceta, las salchichas, la chistorra, el vino, los pasteles, el café, el cava, el whisky. Las niñas pequeñas corren de aquí para allá, los yayos son felices de tenernos a su lado y el sol brilla en el cielo. ¿Qué más se puede pedir?
viernes, 20 de marzo de 2009
Vigésimo día
Estoy tumbado sobre la arena. El constante batir de las olas mece mi sopor, interrumpido de vez en cuando por algunos gritos infantiles o el pedorreo de una motocicleta que pasa. No llego a dormirme, nunca he podido hacerlo en público, pero cierro los ojos mientras mi sistema digestivo hace su trabajo con el arroz, el marisco y el vino. Al cabo de un rato los abro. Veo un avión de pasajeros que se adentra sobre el Mediterráneo dibujando lentamente en el cielo el rastro blanco de su maniobra de aproximación al aeropuerto de Barcelona. Imagino a los viajeros aéreos contemplando el perfil de la costa a través de las ventanillas presurizadas, imagino cómo disfrutan del nítido contraste entre los tonos pardos y marrones de la superficie terrestre y el oscuro azul del mar. Pienso en lo extraño que resulta que ellos estén allí arriba, viéndome sin saber que existo, y yo esté aquí, tumbado en una playa de Sitges, observando el avión de alas rojas en cuyo interior sé que ellos existen.
jueves, 19 de marzo de 2009
Decimonoveno día
Mañana de muchísimo trabajo, sin tiempo casi para respirar, y por la tarde, con la comida en la boca, viaje a Lérida para las citas de Paula y Carlos con el dentista. En la clínica hace muchísimo calor y encima, como siempre, tenemos que esperar casi una hora porque llevan retraso. Cuando regresamos a casa son las siete y media y estoy cansado, muy cansado y de mal humor. Me sirvo una cerveza fría y vengo a la cama a leer un rato. Sé que cuando estoy cansado y de mal humor lo mejor que puedo hacer es desaparecer un rato.