Duermo la siesta del domingo con una manta eléctrica en los riñones, la cabeza apoyada en la almohada contra el cabecero de la cama mientras el calor cura el dolor de un mal gesto que hice ayer. Cuando despierto la casa está en absoluto silencio. Me levanto y descubro a Maite trabajando en su mesa, me dice que los chicos se han ido a casa de sus amigos, me pregunta si me encuentro mejor, le digo que sí, le digo que la manta eléctrica es un invento maravilloso. Ella vuelve a sus papeles y yo subo a la buhardilla. La luz naranja de las seis y cuarto de la tarde atraviesa el cristal de la terraza inundando la estancia. Pienso en colonias marcianas.
domingo, 22 de marzo de 2009
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5 comentarios:
Mejórate pronto.
Y sí, la manta eléctrica es uno de esos inventos poco valorados .
Saludos
¿"Eâu de Mars", por ejemplo?
Un abrazo, y que te mejores.
Gracias, Añil, ya estoy casi bien, ese sencillo invento hizo maravillas. Un saludo.
Pero... pero, Portorosa, ¡has hecho un chiste! ¡Manda carallo! :-D
Un abrazo fuerte.
Yo hago muchos chistes, aunque no te lo creas :)
Un abrazo.
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