American Museum of Natural History
Un agricultor me dice que las heladas de estos días han arruinado las almendras, me explica que las flores darán paso a frutos pequeños, negros, quemados por el frío.
Anotado por Jesús Miramón a las 20:34 | Diario , Vida laboral
Me levanté cuando ya no podía dormir más, desayuné una tostada de queso Philadelphia con jamón de york y un café con leche, no me afeité y fui a comprar los periódicos y el pan. A eso de las doce preparé la base del arroz al horno: costillas de cerdo ahumadas y adobadas de Ponferrada, judías verdes, cebolla, ajos y tomate natural troceado, todo pochado a fuego lento en la paellera de hierro, así más tarde sólo sería necesario añadir el arroz, darle unas vueltas, verter el caldo de verduras y cocerlo en el horno a doscientos grados durante unos quince minutos. Una vez planificada la comida me senté en el suelo del salón con la espalda apoyada en el sofá y estuve viendo el programa previo a la carrera mientras doblaba calcetines, trapos de cocina, toallas, bragas y calzoncillos de diversos tamaños. Durante la vuelta de reconocimiento me serví una pinta de John Smith extra smooth, Maite sacó unas anchoas con piparras y unas patatas fritas de aperitivo y, de nuevo sentado en el suelo, una costumbre que tengo desde que era un crío, me dispuse a disfrutar del primer Gran Premio de Fernando Alonso en Ferrari, y de su victoria. ¿Hubiera podido imaginar un domingo mejor? ¡Imposible!
Viaje relámpago a Zaragoza. Han abierto al tráfico un nuevo tramo de la autovía en construcción y durante varios kilómetros atravesamos campos inéditos. Para los ojos que vamos a conocer, unos ojos glaucos y pequeños incapaces todavía de centrar la mirada, el mundo entero es, desde el primer grano de arena hasta los últimos cúmulos de galaxias, un territorio virgen.
Hoy ha muerto uno de los mejores escritores de la historia de la literatura española, un destilador del castellano más transparente y honesto, ajeno a la retórica y la prosopopeya, y por mi parte no puedo más que agradecer sus libros, algunos de los cuales leí cuando era apenas un adolescente pasando a formar parte de lo mejor de mi educación sentimental; pero es que yo a Miguel Delibes lo admiraba también por ser al mismo tiempo un señor normal, un hombre de pueblo en el mejor sentido de la palabra, fiel a su mundo, fiel a su mujer fallecida a los cuarenta y ocho años, fiel a su familia, a su amor al campo, fiel incluso a la editorial donde editó la totalidad de sus libros, un escritor insólitamente indiferente, por hombre bueno, por sabio, al aspecto más vanidoso y superficial que muestra a menudo el escenario literario. Que la tierra le sea leve.
Marzo me gusta porque contiene la palabra mar.
Hace veinte minutos atravesé la linea que separaba el martes del miércoles, dejando atrás el noveno día de este mes de marzo de dos mil diez y adentrándome en el décimo. Por increíble que parezca no sobrevino un tenue cambio de presión atmosférica, tampoco se escuchó un gong, no se levantó un repentino golpe de viento haciendo flamear la cortina de la terraza, mi corazón no se detuvo durante un instante, no se aceleró. Es así como algo puede morir y algo puede nacer.
AÑOS TREINTA
Años treinta
Aún no estoy
Germina la hierba
Una niña come un helado de fresa
Alguien escucha a Schumann
(el loco Schumann,
el perdido)
Qué suerte,
Aún no estoy
Lo oigo todo
Adam Zagajewski.
Traducción de Xavier Farré.
Tierra de fuego, Acantilado, 2004.
Anotado por Jesús Miramón a las 20:37 | Nombres propios
Una mujer belga se sentó al otro lado de la mesa. Era muy bella. Me miró con sus ojos verdes e hizo algunas preguntas. Su acento extranjero me resultaba tan excitante que me hacía sentir ligeramente incómodo, pero eso era algo, pensé, que ella no podía saber. Una vez la hube informado de las cuestiones que la habían llevado hasta allí hicimos algunos comentarios sobre el tiempo. Me dijo que había nevado copiosamente en Graus, algo infrecuente a estas alturas de marzo. Mientras hablaba me sorprendió el tamaño y aspecto de sus manos, grandes y fuertes como las de un leñador. Hablamos de los almendros en flor, de los verdísimos campos de cebada, hablamos de las inminentes amapolas, que a ella le gustaban tanto como a mí, y me contó que en Bélgica echaban tal cantidad de pesticidas en los campos que casi se habían extinguido. Luego, al darse cuenta de que había otras personas esperando, se levantó, sonrió, me dio las gracias, se despidió y se fue.
Anotado por Jesús Miramón a las 23:13 | Diario , Vida laboral
De pronto recordé aquellas verbenas, su atmósfera vagamente polvorienta, los altos vallados de madera levantados para los encierros.
![Innisfree [Mayo de 2004 - Mayo de 2005]](http://lh4.google.com/image/jesusmiramon/Rfl6mvdkXMI/AAAAAAAAAIQ/GeLDfT7zXZU/El-hombre-tranquilo.jpg?imgmax=144)
Innisfree
05/2004 - 05/2005
PDF 1,62 MB
![Cuaderno de un hombre de cromañón [Agosto de 2005 - Enero de 2007]]( https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxn5TzOk6CROOqOUHlTraz9-dUMDFtcRSLXig7kwdxa2Jce0abyJ0MSMmC8Dhs_NAgIedRxYKR7UL8BUDiCClAXXfM5naqRdHIPXLrfuxEfVZHqkE7pwQT32exiKta6VfyHHXR6Gb6vqk/s130/Manos.jpg?imgmax=144)
Cuaderno de un
hombre de cromañón
08/2005 - 01/2007
PDF 1,79 MB
Cabo de Hornos
03/2013 - 12/2014
![Las cinco estaciones [Marzo de 2007]](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrIOLOxkh1pLFkPyEQBuO9-RixqOxjK9YwuGFZmYCWQbxpwobtzjDAXGdxCbhMoEGIKwAlL2M3Mvy0tP_fsr0w6Oii8yoodA5zZFaEumhqNAPZRMDh54dSy0CVKFmSNIKRI7Z2NbYlJuA/s130/Lascincoestaciones.png)
Las cinco estaciones
03/2007
