Hace veinte minutos atravesé la linea que separaba el martes del miércoles, dejando atrás el noveno día de este mes de marzo de dos mil diez y adentrándome en el décimo. Por increíble que parezca no sobrevino un tenue cambio de presión atmosférica, tampoco se escuchó un gong, no se levantó un repentino golpe de viento haciendo flamear la cortina de la terraza, mi corazón no se detuvo durante un instante, no se aceleró. Es así como algo puede morir y algo puede nacer.
miércoles, 10 de marzo de 2010
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4 comentarios:
Tus escritos diarios me hacen buena compañía. Gracias, Jesús!
Me encanta la expresión en inglés pero la diré en castellano: eres bienvenida. Un beso.
Y sin embargo, el Sol nos contempló medio minuto más que el día noveno.
¿Medio minuto más? Navegamos a toda velocidad.
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