lunes, 1 de marzo de 2010

Primer día

Lunes y primer día de marzo. Los almendros han florecido de un día para otro como quien dice. Me gustan los silvestres, aquellos que han crecido, esmirriados, en las lindes de los caminos o en medio de un pedregal; sus flores son pequeñas pero laten con el mismo anhelo que las cultivadas. En el trabajo se habla del último terremoto en Chile, con el de Haití todavía tan reciente. ¿Es el fin del mundo? Una chica que ha venido de la montaña dice: «La tierra se está vengando por el maltrato al que la hemos sometido», y yo pienso: «Un momento, un momento, ¿nos estamos volviendo locos?». Me niego a aceptar ese discurso apocalíptico: los florecidos almendros lo niegan, y las cigüeñas, los gorriones, las nubes, la luna llena. Lamento muchísimo las dramáticas consecuencias de los terremotos y las inundaciones, son desastres que siembran dolor, desconcierto, miedo, pero en la corteza de las ramas de algunos árboles ya asoman las yemas nuevas y su deseo de viento y sol.

6 comentarios:

Elvira dijo...

Por donde yo paseo habitualmente hay muchos almendros silvestres y están gloriosos. Ellos no entienden de discursos apocalípticos, ellos simplemente florecen, tan contentos. :-)

Jesús Miramón dijo...

Hace unos minutos, viniendo a Barbastro, he visto un paisaje precioso: los almendros en flor y los viñedos de líneas geométricas extendiéndose delante de la lejana cordillera cubierta de nieve bajo un cielo sin nubes. Qué regalo. Lástima que no tenga una cámara en condiciones ni sea tan buen fotógrafo como tú. Buenos días, Elvira.

NáN dijo...

No es de un día para otro. Todavía no. Pero es. Todo resulta extremo. Hay especies que desaparecen porque con el mínimo cambio climático, las moscas de las que se alimentan nacen dos semanas más tarde.

No es apocalipsis: son las mediciones de la ciencia de elite. Que discuten si medio grado más o menos, si 50 años más o menos. Discuten los detalles, pero no el hecho.

Carpe diem.

enric faura dijo...

En estos tiempos de incertidumbre es fácil caer en los discursos apocalípticos. El mundo se acaba!
Poca memoria la del ser humano. Se han pasado otras épocas malas y de todas se ha salido. Un poco de serenidad y sentido común.

Es en estos momentos cuando el refugio en la naturaleza y el arte es un bálsamo.

NáN dijo...

Primero, Enric, no seguemos la cuestión: no hablemos de "apocalipsis", que es una creencia. Hablemos de ciencia de elite: los artículos que se publican con el método "peer-review", los únicos aceptados por la ciencia.

De estos, ninguno niega a d´´onde nos dirigimos.

Después, aunque acepto tu postura escapista y nada te voy a criticar, te diré que yo lo enfoco con madurez y responsabilidad, no con histrionismo de creyente o no creyente. Tengo un hijo, lo que quizá haga posible que este tenga otros. Mi responsabilidad es para con ellos.

Nada diría si pensara que está ya todo perdido. Pero no lo está si muchos afrontamos el problema con madurez. Si no lo conseguimos (y creo que podríamos, pero en realidad no que lo vayamos a conseguir), será porque las personas cultas, con capacidad de ejercer un criterio y una fuerza social, optan por no hacer frente a la situación.

En mi caso, ni el arte, ni la naturaleza me impiden ocupar mi puesto y hacer lo que está en mi mano. No soy un loco apocalítptico y creo tener más sentido común que los que opináis que no hay que hacer nada porque "ya lo hemos tenido mal otras veces y hemos salido".

Quédate en tu torre de marfil, si quieres, pero no apeles al sentido común, poniéndolo de tu parte.

Para cualquier aclaración, orientación, etc., cuenta conmigo.

Jesús Miramón dijo...

Hola, Nán, perdona que me meta pero tengo la impresión de que Enric, como yo, no hablaba tanto del cambio climático como de una atmósfera donde la crisis económica es casi el factor más propicio al pánico colectivo, ayudada por los recientes terremotos. En ese sentido su mención al sentido común y la serenidad es algo que comparto.

Yo no dudo de que el mundo acabará algún día, somos un planeta girando alrededor de una estrella. Nuestro final, también el de la última hoja de hierba o el insecto más diminuto, está escrito. No dudo tampoco de que la especie humana está modificando los delicados equilibrios de la naturaleza, esto es algo que, más allá de las investigaciones científicas, comienza a ser visible en el día a día. Y no dudo de que cada uno de nosotros podemos hacer mucho para aminorar e incluso comenzar a cambiar las cosas. Es nuestra responsabilidad y yo soy profundamente consciente de ella.

Otra cosa distinta es esa visión de nuestra especie como algo semejante a una invasión extraterrestre: no es así, la destrucción que sembramos no es distinta a la que siembra un tumor o una plaga de langosta, cada obra del pensamiento humano proviene de nuestro planeta, forma parte de la naturaleza, esto es algo que debemos recordar siempre. Ella, la naturaleza, nos sobrevivirá. Incluso cuando el sol haya engullido nuestro planeta seguirá existiendo en forma de supernovas y galaxias. A eso me refería cuando hablaba de las yemas que asoman en las ramas de los árboles.

El arte y la naturaleza no nos eximen de nada, no impiden asumir a cada uno su responsabilidad como habitantes actuales de este mundo, pero son un territorio maravilloso y adecuado para reflexionar y dar un poco de luz a nuestra experiencia.

Un abrazo a los dos.