Al volver a casa descubro en la cocina un plato con cuatro canelones cubiertos por el protector de plástico que utilizamos en el microondas. Los caliento, me sirvo un vaso de Rioja y ceno escuchando la radio. Mi familia hace rato que cayó en brazos de Morfeo. ¿Y la música repetida una y otra vez durante el ensayo del coro? Duerme también, alojada en algún rincón de mi cerebro, esperando el milagro de su resurrección.
sábado, 27 de febrero de 2010
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2 comentarios:
Bueno, ya he encontrado un punto de enfrentamiento contigo. ¡Mira que usar microondas! Los sabores se deshacen.
Bueno, los microondas no son perfectos pero hacen su papel, sobre todo si son las dos de la madrugada y tienes el hambre de una hiena... :-)
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