martes, 9 de febrero de 2010

El monstruo

Lo peor es descubrir poco a poco que esta crisis económica no va a servir para aprender nada, no va a servir para desintoxicar un sistema corrompido por la codicia y la especulación, no va a servir para sustituirlo por un nuevo modelo más justo, más compasivo, no va a servir para recapacitar sobre las trágicas carencias del capitalismo liberal, lo peor es comenzar a darnos cuenta de que esta crisis ni siquiera castigará a quienes la propiciaron... Oh, es terrible constatar que el monstruo vuelve a recomponerse poco a poco como si nada hubiera pasado y se sacude el polvo del traje con las manos, y nos mira sonriendo con sus dientes blancos, y dice: hay que reducir los salarios, hay que aumentar la edad de jubilación, hay que deshacerse de los inmigrantes hasta que vuelvan a ser necesarios, vamos, vamos, ¿a qué estáis esperando?

14 comentarios:

Elvira dijo...

Sí, esa mirada cínica del monstruo es lo peor. Se carga más a los que ya van cargados y listo. Muchos confiábamos en que hubiera al menos una cierta depuración del sistema.

enric faura dijo...

¿Tendrá el monstruo nombre de codicia?

Jesús Miramón dijo...

Bueno, Elvira, ¡pero si hasta llegó a hablarse de una «refundación del capitalismo»! Soy tan idiota que yo también llegué a creer que algo iba a cambiar, que la especulación daría paso a la producción, que se regularían las relaciones financieras, que en época de zozobra afloraría la solidaridad que asoma en las catástrofes naturales, que cobrarían peso los organismos internacionales... Qué idiota, sí.

Me siento estafado por mi especie. ¡Estamos en dos mil diez!, ¡en dos mil diez! He leído novelas de ciencia ficción situadas en fechas que pertenecen al pasado. Ya deberíamos tener un gobierno mundial que velara por la justicia y los recursos de todos los seres humanos de la tierra, ya deberíamos haber explorado el cosmos y comenzado a buscar nuevos mundos donde instalar colonias pioneras, ya las nuevas tecnologías deberían habernos liberado de los trabajos asalariados más duros, no para acabar en el paro y pasando necesidades económicas, sino para disfrutar del tiempo libre y crecer en el conocimiento... Sí, puedo escuchar las carcajadas.

Jesús Miramón dijo...

Hola, Enric, imagino que este monstruo tiene un nombre distinto para cada uno de nosotros. Para mí se llama Capitalismo Liberal. El sistema que actualmente rige las relaciones entre nosotros genera unas desigualdades cada vez más insoportables. En el tiempo que lleva aplicándose no ha terminado con la miseria sino que, en muchas ocasiones, la ha acrecentado, favoreciendo el crecimiento de otro monstruo peligroso para el desarrollo de la consciencia humana: la religión. No digo que los sistemas que se probaron y fracasaron, entre los que obviamente incluyo el fascismo y el comunismo, fuesen mejores, eran peores, pero el que tenemos ahora no funciona, es dañino hasta para la misma naturaleza. Hunde sus cimientos en los peores instintos del ser humano: la codicia, sí, y la competición, la depredación, el enriquecimiento a cualquier precio, la ambición. Es un monstruo terrible. Sólo me consuela saber que si nuestra especie quiere sobrevivir deberá acabar con él y crear algo nuevo, es la única salida.

Gemma dijo...

Muy buena entrada, sí señor. A mí también me entristece la sensación terrible de que cada vez vamos a peor, humana y económicamente (o acaso fuera mas exacto decir: económica y humanamente)...
Un abrazo

NáN dijo...

Bueno, Jesús, como soy mayor que tú y he vivido varias de estas. Como los conozco requetebién. Esta crisis me ha servido.

Me ha dado tanta mala hostia que aquí me tienes, arremangado, dispuesto a cambiar tuberías corruptas.

Si le ha pasado lo mismo... pngamos a 10 millones de personas en todo el mundo: ¡el futuro es de la gente!

Jesús Miramón dijo...

Hola, Gemma, lo cierto es que si uno se pone a pensar acaba deprimiéndose, y yo no puedo permitírmelo porque, entre otras cosas, mi trabajo consiste en tratar con personas que son víctimas de la crisis. Ante mí desfilan casos que rompen el corazón. Un abrazo.

Jesús Miramón dijo...

Hola, Nán, lo malo es que la crisis financiera, además de mala hostia, genera miedo, y el miedo no es amigo de los cambios y la rebelión. Más aún: el miedo atrae a los asesinos, a los devoradores, a los explotadores. Hacen falta valientes en los lugares donde se puede cambiar el mundo y yo no encuentro ninguno a quien dar mi voto. Puse muchas esperanzas en Obama pero ahora mismo me siento decepcionado, como me sucede aquí en mi país.

A filla do mar dijo...

Tiene que ser durísimo, Jesús, estar sentado en tu silla en esta época.

Jesús Miramón dijo...

Sí que lo es, Filla. Hay personas y familias que se encuentran en situaciones verdaderamente desesperadas, de primera necesidad. Es especialmente doloroso cuando hay niños de por medio.

NáN dijo...

Desde luego, Jesús, hay que votar SIEMPRE al menos malo, para que el malísimo no salga con grandes mayorías.

Pero en quien yo confío es en la gente: en todos los que dedican unas horas a la semana a cambiar las cosas.

En los que convierten la decepción en una toma de conciencia de que también ellos tienen que hacer algo.

Ya sabes:

"Piensa globalmente, actúa localmente".

A eso me refería.
Un abrazo.

Jesús Miramón dijo...

Totalmente de acuerdo, Nán, un abrazo desde Zaragoza.

javimar dijo...

He tardado mucho en decidirme a comentar este post.

No puedo estar más de acuerdo contigo. Yo, al principio, también creí ver una pequeña luz en medio de la negrura, una esperanza de cambio, una vuelta a la esencia. Abandonar la preeminencia de la economía sobre la política: “πολιτικός”.

Una discrepancia: lo peor no es la ausencia de castigo, lo peor es nuestra inacción.

Salud,
Javier

Jesús Miramón dijo...

Ah, Javier, pero entendiendo, creo, lo que quieres decir, pienso que la inacción es algo muy difícil de conseguir. Porque inevitablemente pensamos y hablamos, damos nuestra opinión a todas horas, escribimos, educamos a nuestros hijos en los valores en los que creemos, elegimos entre comprar o alquilar nuestra vivienda, elegimos hacerle a nuestro coche trescientos mil kilómetros o setenta mil, reciclamos la basura, cantamos o no cantamos en un coro, participamos o no participamos en asociaciones, confrontamos y damos carne a nuestras ideas con nuestra actitud diaria en el trabajo, en la familia, entre los amigos... En realidad se me ocurre que la inacción es algo imposible.

Ah, y además están las convocatorias electorales, claro.

Salud.