Corre, insensato, corre
y no mires atrás.
Pero no, escucha, no,
mejor camina, sí,
mejor camina despacio
así, eso es, sin
llamar la atención.
Y ahora detente y
siéntate en ese banco
junto a la acacia, sí,
justamente ahí, como
quien no quiere la cosa, y
contempla las nubes
en el cielo, los peatones
que van de aquí para allá
inmersos en sus pensamientos.
Los coches. Las palomas.
Mira cómo pasan de largo.
sábado, 6 de diciembre de 2014
Corre, insensato
miércoles, 3 de diciembre de 2014
La vida en ello
Muchas semanas sin escribir tras sobrevivir al cabo de Hornos. Semanas pacíficas y silenciosas, expectantes, en un océano vacío.
Hoy quedé a comer en Binéfar con mis amigas y compañeras de la coral más queridas. Mientras conducía de regreso a Barbastro recorriendo los kilómetros que devoré tantas y tantas veces caí en la cuenta de que, como les había sucedido a otros navegantes antes que a mí, finalmente las tormentas del fin del mundo se habían limitado a empujarme con furia al puerto de partida.
Así es como más viejo, más ignorante, más gordo, más escéptico y al mismo tiempo más grotescamente emotivo, pongo de nuevo el pie en el muelle de Las cinco estaciones. Mis botas pisan tierra firme. En lo más profundo de la noche las hojas rojas de las viñas alfombran los pasillos cuidadosamente diseñados para el paso de las vendimiadoras mecánicas y los jabalíes recorren los maizales ya cosechados en busca de las mazorcas supervivientes. Tras el edificio donde vivo el río Vero se precipita hacia el remoto Mediterráneo como si le fuera la vida en ello.
sábado, 6 de abril de 2013
Cabo de Hornos
El viaje continúa en el Cabo de Hornos.
jueves, 27 de diciembre de 2012
martes, 25 de diciembre de 2012
Nochebuena
Dejo a mis padres en el portal del piso donde crecí y después continúo conduciendo a través de una Zaragoza aparentemente despoblada. Me gustan mucho las ciudades a estas horas, sus semáforos iluminando inútil e intermitentemente las avenidas vacías. Sé, por supuesto, que miles y miles de personas duermen en los edificios silenciosos que me rodean aunque, quién sabe, acaso no se han acostado todavía y cantan villancicos que yo no puedo escuchar.
jueves, 20 de diciembre de 2012
Capas de cebolla
En el trabajo un agricultor me dijo que este invierno nevaría mucho porque las cebollas habían crecido con muchas capas y las avispas habían estado muy activas y picajosas en verano.
En el trabajo escuché muchas otras cosas que no quiero repetir porque cada día aparecen, sin nombre ni apellidos, en las noticias de la televisión y la radio.
En el trabajo aquel mismo agricultor añadió que este invierno nevaría mucho porque cuando nieva en la luna nueva de octubre siempre vuelve a nevar durante las siguientes nueve lunas nuevas.
Anotado por Jesús Miramón a las 20:27 | Diario , Vida laboral
lunes, 17 de diciembre de 2012
Sólo una estrella
Ayer mi coro ofreció el tradicional concierto de Navidad de cada año. Normalmente soy yo el encargado de transportar nuestro material y esta vez no fue la excepción. Tras dejar todas las cosas en la iglesia de San Pedro subí de nuevo a mi Picasso para aparcarla bien y al dar la vuelta a la plaza descubrí a mi hijo en el portal de una casa junto a cuatro o cinco adolescentes más. Estaban allí sentados a resguardo de la lluvia, serios, aburridos, resignados como viejos jefes sioux, y antes de dejarles atrás creí atisbar, durante un instante, la verdadera naturaleza de su momento. ¿Puedes imaginar el color y la velocidad de la tarde de un domingo lluvioso de diciembre a los quince años de edad en un pueblo sin cine siquiera? Sólo una brillante estrella en el cielo sería una novedad.
jueves, 13 de diciembre de 2012
Casi un insulto
La lluvia nocturna deforma las luces navideñas que acompañan mi recorrido hasta el supermercado. En vez de alegría me transmiten cierta grotesca tristeza, injusta y pueril. A veces la vida es tan simple -causas y efectos, acciones y reacciones- que casi resulta un insulto.
lunes, 10 de diciembre de 2012
jueves, 6 de diciembre de 2012
Nada mejor
No hace demasiados días llamé por teléfono a Moli. El martes hablé con Elvira y esta mañana lo he hecho con Nán. Poco a poco muchos de vosotros vais atravesando la pequeña pantalla de mi portátil para ocupar un lugar a este otro lado de mi vida. Nunca, jamás de los jamases, me acostumbraré a la maravillosa experiencia de conocer y comenzar a querer a otra persona. No hay nada mejor.