lunes, 15 de abril de 2019

Quince de abril

Contemplo perplejo el feroz incendio de la Catedral de Notre Dame, en París. La aguja ya ha caído y el fuego arrasa con todo. Las mangueras de los bomberos no tienen la potencia necesaria para alcanzar el tejado desde la calle, y ya se habla de utilizar agua desde el aire, a pesar de le inmensa nube de humo que se ve desde cualquier punto de la capital francesa. Voy a estudiar su antigüedad y descubro que su edificación comenzó en el año 1163 y se terminó en 1345. Tal vez estoy contemplando ahora, en 2021, una época de ciencia ficción para quienes la construyeron, un hecho tan histórico como triste. Todo apunta a que el incendio se inició en los andamios que estaban retirando las estatuas de bronce para restaurarlas.

Después de la perplejidad ha asomado en mi alma la natural tendencia al estoicismo que me caracteriza. La Catedral de Notre Dame hubiese podido arder en los últimos siglos como en los siguientes y está sucediendo ahora, frente a mis ojos observando una pantalla que los constructores medievales ni siquiera pudieron imaginar.

¿Qué importancia tiene en realidad? Todo avanza hacia la entropía: el desorden, la mutación y degradación de nuestros órganos vitales, el universo y también las catedrales, las ciudades, los bosques.

Sí, lo sé: soy la alegría de la huerta.

domingo, 14 de abril de 2019

Catorce de abril

Como cada fin de semana que pasamos aquí, en Barbastro, fuimos a caminar junto al canal. Los pájaros se llamaban de árbol en árbol. Los campos de cebada regalaban el verde esmeralda que pronto se apagará, igual que las amapolas y las aliagas amarillas. El cielo estaba nublado, con lo cual cualquier fotografía que hiciera sería maravillosa, pero habíamos venido a caminar vigorosamente nuestros seis kilómetros en algo menos de una hora ida y vuelta y sólo pude hacer una. Nos cruzamos con una pareja de ciclistas a quienes saludamos y nos saludaron amablemente. A veces la vida es algo sencillo.

sábado, 13 de abril de 2019

Trece de abril

Hoy por la tarde he conducido a través de los Monegros en dirección al pequeño pueblo de Robres, donde se ofrecía una misa funeral por la prima de Maite que murió el viernes de la semana pasada.

Los Monegros siempre me han fascinado, aunque hacía muchos años que no los recorría y he descubierto que el regadío ha modificado el paisaje anteriormente seco y yermo en grandes campos de cereal. Pero la carretera seguía siendo la de siempre, estrecha, sin señalizar muchas veces, y con rectas de kilómetros y kilómetros entre un paisaje casi plano salpicado aquí y allá de peñas de arenisca moldeadas por el viento y pequeños bosquecillos junto a acequias y canales.

La misa ha sido larga, monótona y triste. Nos poníamos de pie. Nos sentábamos. Volvíamos a ponernos de pie, a menudo con dudas de unos y otros; volvíamos a sentarnos.  El sacerdote, un hombre más joven que yo y que sabía leer, ha convertido el vino en la sangre de un judío que vivió en la Palestina de hace dos mil años y el pan en su carne, para proceder posteriormente a su deglución.

Vale: me eduqué en un colegio religioso.  De Dominicos concretamente. Sé de qué va.  Todos los martes teníamos misa. Y los domingos también, claro. Pero ahora que soy mayor, ahora que he podido asombrarme ante la imagen de un agujero negro en el espacio profundo, ahora que me fascinan la paleontología y la arqueología y la ciencia ficción, sólo puedo asistir a misa en esos términos.

Me ha gustado un detalle que ha dicho el cura: "Y Jesús resucitó y se presentó ante los suyos con los agujeros de los clavos en las manos -o en las muñecas- y en los pies". Lo ha dicho así, literalmente: "o en las muñecas", y mientras me levantaba y me sentaba he pensado: este hombre ve documentales. Y sin embargo cree en la resurrección, en la virginidad de la madre de aquel judío y en todo lo que vendría después y nos trajo esta tarde hasta esta pequeña iglesia de un pueblo perdido en medio de los Monegros.

Respeto las creencias de cada cual a mi manera, es decir, no diciéndoles en voz alta lo que pienso de ellas. Creo que más no se me puede pedir.

viernes, 12 de abril de 2019

Doce de abril

Hoy en el trabajo he atendido a un hombre de L'Escala, en Girona. De seguida he començat a parlar amb ell en català. Li he explicat que el meu primer destí com a funcionari va ser a Girona, al carrer Santa Eugènia, prop de l'estació del tren. Que vivíem a Banyoles, on Maite era professora, i la platja que teníem més a prop, a través de la carretera d'Orriols, era la d'Empúries, abans dels Jocs Olímpics, molt a prop del seu poble. Li he explicat que el meu millor amic és de Sant Joan les fonts. Li he dit que estimo Catalunya, encara que no l'independentisme. Hem parlat una estona i al marxar m'ha donat la mà. Mentre s'anava he recordat els meus anys a Catalunya i he sentit una barreja de nostàlgia, por i inquietud. Y mucho amor.

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Hoy en el trabajo he atendido a un hombre de La Escala, en Gerona. En seguida he comenzado a hablar con él en catalán (siempre lo hago, aprovecho cualquier situación para no perder fluidez y practicar). Le he explicado que mi primer destino como funcionario fue en Gerona, en la calle Santa Eugenia, donde estaba entonces la Seguridad Social. Le he he contado que vivíamos en Bañolas, donde Maite era profesora en el instituto, y que la playa más cercana, a través de la carretera de Orriols, una carretera preciosa llena de curvas para mi Alfa Romeo de entonces, era la de Ampurias, la antigua ciudad primero griega y luego romana, antes de los juegos olímpicos y las pasarelas de madera, peatonalización de zonas, etc. La Escala está al lado de Ampurias. Le he contado que mi mejor amigo en el mundo es de Sant Joan les Fonts, y también que amo Cataluña pero no el independentismo. Hemos hablado un rato y al irse me ha dado la mano. Mientras se iba he recordado mis años en Cataluña y he sentido una mezcla de nostalgia, miedo e inquietud. Y mucho amor.

jueves, 11 de abril de 2019

Once de abril

He salido un momento a las siete de la tarde a hacer unos recados. La luz del sol en retirada convertía en hermosos los edificios más feos, que, durante un momento, resplandecían como palacios.

Un avión cruzaba el cielo dejando su estela blanca y contaminante a diez u once kilómetros de altura sobre mí y sobre Barbastro. Sé que desde esa altura todos somos invisibles y la tierra se convierte en un puzzle de ocres, marrones y verdes tímidos, pálidos, indiscernibles. Lo he pensado cuando le hacía una fotografía imposible desde la calle.

En el parque de la plaza jugaban niños pequeños mientras los padres y madres charlaban entre ellos. Todo era pacífico, cotidiano, seguro. En los columpios había niños y niñas de origen africano jugando y chillando. Ningún peligro a la vista, sólo una tarde de jueves después del colegio, antes de volver a casa y preparar la cena.

¿Todavía hay alguien que pueda preguntarse por qué se juegan la vida huyendo de la guerra, cruzando el mar para llegar hasta aquí? Esos niños y niñas podrán ser médicos, ingenieras, policías, fontaneros, lo que quieran y alcancen a ser. ¿Quién no se jugaría la vida por algo así? ¿Quién no lo comprendería si tiene un corazón que late en su pecho?

miércoles, 10 de abril de 2019

Diez de abril

Me gusta más la expresión "ya se ha hecho de noche" que "ya es de noche". Porque hacerse y ser son cosas distintas. A mí me gusta que las cosas se hagan, incluso aunque sepa que en realidad son. Me hago mayor versus soy mayor, etcétera.

En el hacerse hay un pasado, un proceso. En el caso de la noche, todo el día anterior en el que fuimos a trabajar y cocinamos e hicimos cosas. Ser es como si lo que sucede apareciese de la nada, en un segundo, sin pasado y, por lo tanto, sin futuro.

Se ha hecho de noche. Por la tarde sonaron truenos bajo lejanas nubes oscuras, casi negras, que pasaron de largo. Ahora mismo cuece a fuego bajo en la cocina un osobuco que comeremos mañana. A las doce menos cuarto se cumplirán las tres horas de rigor para que la carne sea como mantequilla.

Mientras tanto escribo en este diario que me acompaña desde hace tanto tiempo. ¿Qué me pasó hoy? Atendí a muchos seres humanos que dejaron huella en mí. El gingko frente a una de las puertas de mi bloque de apartamentos ha creado sus primeras hojas tiernas de primavera. Desde que supe que era un árbol prácticamente fósil, superviviente de una familia ya extinguida, lo miro de otra manera. Milagros en la acera y, unos metros más allá, el río fluyendo pacíficamente hacia el mar. Nada, absolutamente nada, es normal.

martes, 9 de abril de 2019

Nueve de abril

Tras cada ser humano con quien os cruzáis en la calle hay historias inimaginables. Historias felices, tranquilamente felices, la mayoría, y también historias muy tristes e incluso traumáticas y dignas de denuncias judiciales que nunca se llevaron a cabo.

Me moriré habiendo contemplado la naturaleza humana. No la mía, que sólo la conocen los demás (nosotros somos incapaces de saber algo así). Y después de tantos años esa naturaleza de las personas que han pasado frente a mí me conmueve tan profundamente que me cuesta expresarlo con palabras.

Somos figuras rusas: unas conteniendo otras y otras pero, en nuestro caso, sin más final que el fallecimiento, la muerte, la desaparición. Aprendo mucho cada día a pesar del tiempo que llevo trabajando en este oficio. Capas de cebolla y en el centro siempre un corazón.

lunes, 8 de abril de 2019

Ocho de abril

Me siento muy cansado. Hoy me acostaré temprano a pesar de las lágrimas del proceso que la ley obligó a seguir a un marido que ayudó a morir a su compañera desde los veinticinco años, víctima de la terrible enfermedad que es la Esclerosis Múltiple Amiotrófica: ELA.

Una ley de eutanasia consensuada y justa y humana es imprescindible en nuestro país, y estoy seguro de que un día u otro llegará. Pero cuánto dolor nos ahorraríamos si fuese mañana en vez de pasado mañana.

Con la derecha sucede algo muy raro y terrible: confunden los derechos con obligaciones. Nadie está obligado a abortar si no quiere hacerlo, nadie está obligado a divorciarse si no quiere hacerlo, nadie está obligado a desear una muerte digna, anticipada, en plena consciencia de su ser. Nadie.

Quien quiera sufrir hasta el final una terrible agonía podrá hacerlo. Quien quiera dar a luz un bebé enfermo o fruto de una violación podrá hacerlo. Quien quiera soportar un matrimonio sin futuro podrá seguir soportándolo. ¿Qué problema hay? Uno solo: obligar a toda la sociedad a cumplir las normas mentales y religiosas de una parte. La respuesta es sencilla: que les den por el culo y los ciudadanos sean libres de gobernarse sin sus prejuicios y repugnantes discriminaciones.

Estoy muy cansado y voy a acostarme pronto. Confío en que lo que pienso llegue pronto a nuestro país. Sólo soy un voto, ése es todo mi poder. Un voto y todo mi corazón. En España es imprescindible una Ley de eutanasia como ya existe en otros países europeos. Es imprescindible ya. Basta de sufrimiento inútil. Quien quiera sufrir como Jesucristo en la cruz que lo haga, nadie se lo impedirá. Quien quiera poner fin a un sinsentido que tenga una posibilidad. ¿No merecemos como seres humanos esa opción?

domingo, 7 de abril de 2019

Siete de abril

Esta mañana, como solemos hacer, hemos ido a caminar nuestros seis kilómetros junto al canal. Marcha rápida -es el único ejercicio que hacemos cada semana- y mucha conversación. En el barro de los charcos secos había huellas de fuinas, como aquí se llama a las garduñas, y también de jabalíes y raposas. Pensé en la posibilidad de hacer guardia en esos senderos una noche para verlos, pero teniendo en cuenta mis ronquidos, porque me dormiría, ningún animal salvaje osaría pasar delante de mí en un kilómetro a la redonda.

El domingo se apaga lentamente.  Es en momentos así cuando agradezco que mi trabajo me guste tanto, a pesar de las cosas que a veces debo escuchar y leer. Pensar en mañana no me desespera más que el futuro de nuestra especie. Pero soy optimista. Nos adaptaremos a lo que venga, incluso lo inducido por nuestra irresponsabilidad, y saldremos adelante. Siempre ha sido así. Piensa en los inuit. Piensa en los tuareg. Somos unos de los animales de nuestro planeta más capaces de adaptarse a cualquier situación climática, y también comenzamos a viajar fuera de nuestro hogar a través del espacio estelar.

sábado, 6 de abril de 2019

Seis de abril

Nevó en cotas bajas. Las montañas relativamente cercanas se veían hermosas cubiertas de nieve bajo las nubes oscuras que hacían brillar el verde esmeralda de los campos de cebada. En qué lugar tan pequeño vivimos. En qué lugar tan bonito.