lunes, 8 de abril de 2019

Ocho de abril

Me siento muy cansado. Hoy me acostaré temprano a pesar de las lágrimas del proceso que la ley obligó a seguir a un marido que ayudó a morir a su compañera desde los veinticinco años, víctima de la terrible enfermedad que es la Esclerosis Múltiple Amiotrófica: ELA.

Una ley de eutanasia consensuada y justa y humana es imprescindible en nuestro país, y estoy seguro de que un día u otro llegará. Pero cuánto dolor nos ahorraríamos si fuese mañana en vez de pasado mañana.

Con la derecha sucede algo muy raro y terrible: confunden los derechos con obligaciones. Nadie está obligado a abortar si no quiere hacerlo, nadie está obligado a divorciarse si no quiere hacerlo, nadie está obligado a desear una muerte digna, anticipada, en plena consciencia de su ser. Nadie.

Quien quiera sufrir hasta el final una terrible agonía podrá hacerlo. Quien quiera dar a luz un bebé enfermo o fruto de una violación podrá hacerlo. Quien quiera soportar un matrimonio sin futuro podrá seguir soportándolo. ¿Qué problema hay? Uno solo: obligar a toda la sociedad a cumplir las normas mentales y religiosas de una parte. La respuesta es sencilla: que les den por el culo y los ciudadanos sean libres de gobernarse sin sus prejuicios y repugnantes discriminaciones.

Estoy muy cansado y voy a acostarme pronto. Confío en que lo que pienso llegue pronto a nuestro país. Sólo soy un voto, ése es todo mi poder. Un voto y todo mi corazón. En España es imprescindible una Ley de eutanasia como ya existe en otros países europeos. Es imprescindible ya. Basta de sufrimiento inútil. Quien quiera sufrir como Jesucristo en la cruz que lo haga, nadie se lo impedirá. Quien quiera poner fin a un sinsentido que tenga una posibilidad. ¿No merecemos como seres humanos esa opción?

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