Imagino a alguien escribiendo esta noche una entrada en su diario con el siguiente título: trescientos cuarenta y tres días de invierno.
Puedo imaginarlo con varias extremidades, dictando sus palabras o sonidos a un artefacto de color azul pálido.
Fuera de su cubículo sobre la ciudad de millones de habitantes se ponen dos soles, iluminando el cielo de colores melocotón, sandía, leche, nube de algodón.
Escribe: "Un día más en este mundo. Cuando acabe el invierno ya habré cumplido doscientos trece años. No le tengo miedo a la muerte, pero los siglos pasan tan deprisa."
Después se acerca a la ventana y disfruta con sus ocho ojos de la belleza del final de un día más de seiscientas horas de duración. Siente en sus tres corazones cómo el tiempo, y con él la vida, se precipita irremediablemente.
miércoles, 3 de abril de 2019
Tres de abril
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4 comentarios:
Estaría bien.
En la inmensidad del universo, seguro que está ocurriendo ahora, sucedió en el pasado o sucederá en el futuro. Un abrazo.
Le ha encantado a mi hijo Carlos. Acabo de leérselo, en la cama.
Gracias, Porto. Un beso para tu familia.
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