No tengo un horario para escribir. Suele ser a partir de estas horas porque es cuando ya he descansado y se aproxima la cena, o ya ha pasado y lo que se aproxima es la hora de acostarse y cerrar los ojos al mundo.
Siempre me han fascinado las horas que los seres humanos destinamos a dormir. Y he fantaseado, claro, cómo no hacerlo: al dormir aquí despierto en otro lado. En los sueños aparecen lugares que conocemos pero son distintos. He tenido relaciones sexuales con compañeras de trabajo mientras soñaba, y al verlas por la mañana me he sentido turbado por ello. Todo es posible allí, en el otro lado del sueño, como si nada fuese posible aquí. He volado sobre una Zaragoza abandonada hace siglos por la especie humana y cubierta de plantas salvajes rompiendo con sus raíces las fachadas de los edificios de la calle Baltasar Gracián.
Dormir y soñar es algo muy importante para los seres humanos. No hay mayor tortura, y por desgracia se ha practicado como tal, que impedir dormir a un prisionero. Se puede llegar a causarle la muerte, porque nuestro cerebro necesita descansar de la realidad, necesita purgar la basura visual y auditiva que ha ido almacenando innecesariamente a lo largo del día. Dormir es algo imprescindible. Es apagar y volver a encender nuestro cuerpo mientras éste se limpia de residuos y, a veces, también, como suele suceder con la basura, de pequeñas maravillas.
Es en este contexto en el que los diarios, los blogs o, como se llamaban al principio, los cuadernos de bitácora, una descripción que me encanta, tienen sentido todavía. Dar testimonio de la navegación real y de la imaginaria, crear una voz viva y audible. Así fui y pensé e imaginé y, también, soñé.
Voy a levantarme para preparar la cena: pan con tomate, jamón bueno, queso y vino. ¿Puede haber algo mejor? No. Ni siquiera la inmortalidad.
lunes, 1 de abril de 2019
Uno de abril
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4 comentarios:
una entrada reflexiva y feliz... el hacer le amor con otra gente denota el cariño que se siente por ellas, no es sexual para nada... pero bienvenidos los sueños! saludos...
No te puedes imaginar lo que disfruté haciendo el amor con ella. Y la sensación que fue verla tan tranquila a mi lado al día siguiente, ignorante de todo. No había nada. Bueno, sí, un cariño de compañero. Pero todo lo sexual había sido un espejismo. El submundo de los sueños es maravilloso, aunque termine desvaneciéndose (salvo si lo escribes).
Morir, dormir:
dormir, tal vez soñar.
Hamlet.
Un beso, Nan.
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