La prima de Maite ha muerto hace unas horas. Tenía nuestra edad y dos hijos de la edad de los nuestros.
Lo veo a menudo en mi trabajo, pero es distinto cuando sucede en esos círculos concéntricos que las relaciones crean como pequeñas piedras al golpear en el agua.
No ha sido una muerte inesperada sino todo lo contrario, y de algún modo es un acto de misericordia ante el terrible sufrimiento que N. ha padecido en estos últimos meses. Ella, por lo que sé, nunca pidió que le ayudaran a desaparecer, tal vez tener hijos aún jóvenes le impelían a seguir luchando hasta el final.
Cada ser humano somos un milagro único, una libélula que brilla en la espesura durante algunas noches y después deja de hacerlo.
Lo he escrito muchas veces en mis blogs, también en este, creo. cuando nació mi hija Paula escribí esa misma tarde en mi cuaderno de notas: "Ha nacido mi hija. Mi hija que también morirá". Acababa de nacer pero yo, como todos nosotros, sabía. Porque sabemos. No el lugar, no la hora, no la edad ni el momento, pero sabemos. Ha nacido mi hija hace unas horas, mi hija que también morirá.
No sé qué importancia ni para quién puedan tener las palabras que escribo, pero sólo trato de dar testimonio de algo que otros escribieron antes que yo: habitamos el mundo como si fuésemos inmortales sabiendo que lo somos. Por eso cada ser humano de este planeta es poeta, filósofo, músico y explorador, cuide un rebaño de camellos en Mauritania o investigue en un laboratorio de California. Es increíble, cautivador, y además es verdad.
Iremos al funeral y compartiremos el dolor sabiendo que todo termina desapareciendo: imperios y galaxias y primas y padres y nuestra infancia y juventud. Incluso el dolor. Incluso la memoria del dolor. Todo termina desapareciendo, y, mientras vivimos como si no sucediera, como así ha de ser, creo que es bueno saberlo al mismo tiempo.
viernes, 5 de abril de 2019
Cinco de abril
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2 comentarios:
el que fallece deja de sufrir, pero deja el dolor a los supervivientes. Un dolor permanente muchas veces.
Lo siento por el compañero y los hijos de tu prima. Y cuando digo lo siento lo digo sinceramente, aunque vaya a olvidarlo pronto.
Gracias, Nán, un abrazo.
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