Se han ido los vencejos que cada verano anidan en el alero de mi casa. Es probable que se marchasen hace días pero me he dado cuenta esta mañana, cuando regresaba de comprar el periódico. Mientras subía las escaleras he pensado que tal vez ya estuviesen en el sur de África, cazando vertiginosamente sobre los rebaños de cebras y las manadas de leones. Qué asombroso que los mismos pájaros que hace poco tiempo chillaban al atardecer entre estas calles, sorteando con sus alas de guadaña las antenas y los edificios, sobrevuelen ahora el mar mediterráneo, el desierto, la sabana, los grandes bosques donde habitan los chimpancés y se esconde el okapi.
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1 comentario:
Como las golondrinas. Curiosas que son las aves migratorias, aunque seguramente ellas vean más extraño que otros animales llamados hombres se transporten en máquinas, construyan edificios, no vayan desnudos y, aunque no lo sepan, puedan curarse de sus propias enfermedades.
Puntos de vista, sin duda.
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