Esta mañana el termómetro del coche señalaba cinco grados de temperatura. El dióxido de carbono que expulsan mis pulmones se convierte en vapor que flota durante un instante delante de la boca. Me gusta este frío que adelgaza los dedos, tensa la piel del rostro y nos resucita.
viernes, 26 de octubre de 2007
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