Hoy, con la entrada en vigor del nuevo horario de invierno, me siento un poco perdido: son las siete menos cuarto de la tarde –ayer las ocho menos cuarto- y ya es prácticamente de noche. No es una sensación nueva: desde que recuerdo siempre me he sentido, por decirlo de alguna manera, como si me hubieran soltado en medio de una película o una novela ¡y ahí te las compongas!
Miro a mi alrededor y me asombra la firmeza con la que actúa todo el mundo. A veces juego a imaginar que soy cualquiera de ellos y me introduzco en su piel, peso sus kilos, disfruto de su comida, hablo su idioma, siento su absurda seguridad.
domingo, 28 de octubre de 2007
Una hora menos
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